viernes, 4 de abril de 2014

La Revolución Cubana es única e irrepetible.



 Por Eduardo

Anónimo:
Hace más de veinte años, cuando Boris Yeltsin obligaba delante de las cámaras de la televisión y las risotadas de los presentes, a Mijaíl Gorbachov a firmar los decretos espurios de disolución del PCUS y de la URSS, los capitalistas se refocilaban en su triunfo. Yeltsin se empeñó hasta la saciedad en destruir lo que quedaba de gran potencia en Rusia.
Como dice el compañero Fidel; algún día la historia pondrá a cada uno en su lugar. Sobre todo tomando en cuenta lo que ya se sabe del saboteo al oleoducto en Siberia, y la acción de los órganos de inteligencia y subversión de occidente, debido a numerosas causas no siempre atribuidas al socialismo, los traidores como Yeltsin a los ideales del comunismo entregaron al gran capital la causa de Lenin.
Por esos años, el nipoyanqui Francis Fukuyama lanzó la teoría del Fin de la Historia. Pero se equivocó. El socialismo europeo desapareció, pero en nuestras tierras han surgido procesos revolucionarios cuyos ideales van encaminados a la construcción del socialismo Nuestro Americano, aquel del que José Carlos Mariátegui expresaba que “no debía ser copia ni calco, sino creación heroica”. Si fuésemos a ubicar el momento en el cual se encuentran los procesos en Venezuela, Bolivia, Ecuador, Nicaragua y algunos pequeños estados insulares del Caribe, integrantes de la Alianza Bolivariana para los pueblos de América (ALBA), pudiéramos asegurar que se hallan en lo que Lenin llamó “Etapa de Tránsito al Socialismo”, en el cual coexisten los dos sistemas.