viernes, 23 de septiembre de 2016

Los buenos son los que ganan a la larga.

Bonifacio Birne, el poeta de la Bandera.
 Por Eduardo

Anónimo:
Hermano, yo he aprendido en mis 52 años que como decía el propio Raúl, la unanimidad es un supuesto idílico. Creer que todos los cubanos defienden el proyecto de nación que el pueblo de Cuba en su gran mayoría ha defendido frente a las apetencias de imperio de destruir a la Revolución y el Proyecto Socialista nacional cubano es simplemente engañarnos los propios revolucionarios. Pero creerme el cuento de que los que se marcharon de Cuba son enemigos del socialismo y de los grandes beneficios que ha brindado a nuestra población sería también un dislate mayúsculo. 
Voy por partes y te transmito mis pareceres, con los que podrías estar o no de acuerdo. A mí la idea de emigrar nunca me ha pasado ni por la punta de la nariz, pero si lo hiciera algún día, nunca lo haría hacia Yumilandia. Sencillamente porque aunque al Presidente Obama ahora le ha dado por pedirnos que olvidemos la historia, yo he estudiado y estudio a profundidad nuestra historia de Cuba para coincidir con Martí en que esa nación no es otra cosa que “el norte revuelto y brutal que nos desprecia”, y por tanto allí a mí no se me ha perdido nada. 

Yo no podría vivir en paz con mi conciencia pisando el mismo suelo que pisan los gobernantes que han impuesto por más de 56 años un feroz bloqueo económico, comercial y financiero a mi Patria, y nuestro pueblo. Nunca olvides que cuando se enjuicie la historia de Cuba en los años de Revolución, el bloqueo es el alfa y la omega de la mayoría de nuestras penurias, y de nuestras ineficiencias, o lo que es lo mismo, acusar al socialismo en Cuba de ineficiente, obviando la guerra económica de los yanquis es una hipocresía. 
Vivir en ese país, desde donde han partido contra la tierra que me vio nacer invasiones militares, ataques terroristas y agresiones de todo tipo a mis hermanos de nación para mí sería una traición a la sangre derramada en Cuba en la lucha por la independencia y la autodeterminación de la nación. 
Usar en mi ropa la bandera de las barras y las estrellas sería olvidar que un matancero como yo nombrado Bonifacio Birne escribió un poema inmortal que proclama, “no la veis, mi bandera es aquella que no ha sido jamás mercenaria, y en la cual resplandece una estrella, con más luz cuanto más solitaria”. Pero bueno, como te dije, esas son mis convicciones. Es como tú dices, muchos en Cuba preferimos comernos un cable y hasta un camión en marcha atrás antes que rendirnos, porque como aprendí de niño leyendo a Martí, “todos los pícaros son tontos, los buenos son los que ganan a la larga”. 
La humanidad en cuanto a ideales se divide en dos grandes grupos, los que creemos en las utopías, los sueños de hoy que quizás serán los logros del mañana, aunque no alcancemos muchos de nosotros por ley de la vida a verlos; y los que viven en función de sus necesidades materiales, y solo alcanzan a ver el destino de los hombres en base a su corta existencia. Yo soy un soñador, al que materialmente no le obsesiona otra cosa que la idea de trabajar porque mi nación salga adelante, y que de mi trabajo honrado salga el sustento de mi familia. 
En una ciudad alemana, sentado a una opípara mesa, que me prepararon mis colegas de la Universidad que me invitó, para despedirme después de tres semanas de trabajo, solo pensaba en los minutos que me faltaban para abordar el avión que me llevaría de regreso a casa. Pensaba entonces que una sociedad que ponía en una vitrina un reloj que valía Rolex 16 000 euros para satisfacer las vanidades y excentricidades de un explotador de la clase social a la que pertenezco, no podía ser el lugar donde reposaran mis huesos. 
Yo respeto tu decisión de vivir fuera de Cuba, pero quizás en otro país que no fuese Cuba Socialista, este humilde mulatico blanconazo, nieto de una lavandera, no hubiese llegado a desarrollar su intelecto, y mucho menos haber formado en más de treinta años de ejercicio del magisterio, cientos de profesionales capacitados al servicio de su país y de otros pueblos del mundo. Para mí Cuba es la mejor nación de la faz del planeta, y el sistema socialista, el único que garantiza que como pedía Martí, “que la ley primera de la República sea el culto de los cubanos a la dignidad plena del hombre”. 

1 comentario:

  1. Eduardo, que tan cierta es la afirmacion de que el Pacto de Varsovia apoyo a los contras nicaraguenses en los 80

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