Dwight D. Eisenhower |
Por Eduardo
Orlando:
Ayer no tuve tiempo de responderte tus
análisis sobre la guerra en Iraq y Afganistán. De tanto leer propaganda militar
yanqui y ver películas al estilo de Delta Force, estás firmemente convencido de que el U.S. Army está en el mundo para preservar la justicia. Lo que los yanquis hacen no es
más que asegurara para sí la mayor cantidad de fuentes de producción de
petróleo, toda vez que los expertos auguran que las fuentes de producción
actuales se agotarán en el término de 100 años a lo sumo. Y como los yanquis imaginan
que ellos serán el imperio eterno que soñó Adolfo Hitler, están conquistando
aquellos países que poseen petróleo, y cuyos gobiernos no responden a su idea
del nuevo siglo americano.
De eso se trata, tienen la economía en
bancarrota, China en los próximos años lo desplazará como primera potencia
económica mundial, pero son una potencia militar que no tienen igual en estos
momentos en el mundo, y su cúpula gobernante a veces ocupada por personas
enajenadas como Bush hijo, cuyo integrismo radicalista cristiano y mesiánico
rayaba con la locura, toman decisiones que no tienen nada que ver con la lógica
de la cordura humana. Y entonces a eso se suma además el papel nada
despreciable del complejo militar industrial.
Cuando Eisenhower en su discurso de despedida
habló del peligro que para los Estados Unidos representaba el poder que estaba
tomando el complejo militar industrial, pocos imaginaron el alcance de este
problema. A pesar de su política de agresiones contra Cuba, el general de
cuatro estrellas que dirigió los combates de la II Guerra Mundial en Europa
conocía el costo humano de la guerra, y creo que sinceramente era una persona
con mucho más ética que el político actual norteamericano. Vislumbró el peligro
que los productores de armamentos y sus ejércitos de lobistas representarían
para el futuro del Stablishment.