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Los pobladores originarios no valoraban mucho el oro |
Por
Eduardo
Señor
Anónimo:
Es
verdad que no soy economista. Cuenta Fidel que cuando un día planteó la
necesidad de que alguien asumiera la dirección de Banco Nacional de Cuba, el
Che levantó la mano y él le preguntó: - Ven acá Che, yo no sabía que tú eras
economista, a lo que el Guerrillero Heroico respondió; - Fidel, yo lo que soy,
es comunista. Y como yo siempre, desde que era pionero, he tratado de ser como
el Che, estudié a conciencia la economía política en la carrera universitaria,
y todavía hoy la continúo estudiando.
El
oro, que ha constituido el patrón universal de cambio en las relaciones
monetarias mercantiles, se convirtió en la divisa desde los tiempos de las
antiguas civilizaciones del Fértil Creciente, por sus características
intrínsecas como sustancia. Un metal no muy abundante, que no se oxida
prácticamente, por tanto no se corroe (no es lo mismo corrosión que oxidación),
que puede ser almacenado indefinidamente, que permite realizar trabajos de
joyería y orfebrería, decidió el establecimiento del oro como patrón de cambio,
ante otros posibles candidatos. En Mesoamérica se daba la paradoja de que los
nobles aztecas iban recubiertos de alhajas de oro, mientras el patrón de cambio
en Technochtitlán lo constituían los frijoles. Algunos historiadores refieren
que los antiguos mexicanos llamaban al oro “el excremento de los dioses”.