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Martí y Cuba, una sola alma |
Por Eduardo
Anónimo:
Tu desfachatez no tiene nombre. Establecer un paralelo entre la flaca mercenaria al servicio del imperio y Hemingway o Martí, sí que es una analogía merecedora del Premio Nobel de la sonsería.
Tu desfachatez no tiene nombre. Establecer un paralelo entre la flaca mercenaria al servicio del imperio y Hemingway o Martí, sí que es una analogía merecedora del Premio Nobel de la sonsería.
Martí, que es del que puedo hablar con más
dominio, es un renovador de las letras hispánicas y el primer escritor
iberoamericano de la corriente modernista, que da inicio con sus Versos Libres
y el Ismaelillo, y que nació precisamente en América, no en España.
A Martí, el inigualable Rubén Darío lo
consideraba su maestro, y en nombre de su amistad trató de persuadirlo de que no
fuese a la guerra necesaria contra el colonialismo español. Cuando Martí cayó
en combate Rubén Darío expresó consternado: ¡Maestro! ¿Qué has hecho?
Martí fue un intelectual además comprometido con
la libertad de su país en contra de España y de los Estados Unidos, como lo
expresó en su postrera carta a su hermano Manuel Mercado. A la conquista de
nuestra definitiva independencia entregó todo lo mejor de su talentosa y fecunda
vida, hasta caer combatiendo de frente a los opresores de su Patria,
acribillado a balazos, cuando todavía contaba solo con 42 años.
Además de que de historia de Cuba no sabes una
puñeta, comparar a esa mercenaria con Martí es un insulto a la vergüenza de los
verdaderos patriotas de nuestra invicta isla. No por gusto “el mejor de todos
los cubanos”, al decir de Fidel, recibe el calificativo de Héroe Nacional, y
Apóstol de nuestra independencia.