Por Eduardo
Al fin hoy, 2 de agosto de 2011, me puedo sentar en la máquina a escribir un artículo para el Blog de Edu. Aunque desde el día 22 de julio estoy en casa de vacaciones, he dedicado parte de mi tiempo a realizar algunas tareas que habitualmente ejecuto durante mi receso laboral. Con dinero de nuestros ahorros, mi esposa y yo compramos 6 galones de pintura vinílica, y en compañía de mi hijo en calidad de ayudante, durante la pasada semana me dediqué a ejecutar tareas propias de la digna profesión de pintor de brocha gorda.
En cuatro días pintamos toda la casa, y mi esposa, la cual gracias a sus amplios conocimientos de arte, se desempeña como una talentosa diseñadora de interiores, redecoró a su gusto la vivienda. Sin falsa modestia puedo asegurar que hicimos un trabajo que aunque pudiera no ser calificado de excelente, si me ha hecho sentirme gratamente satisfecho de la labor ejecutada. Mientras escribo estas líneas, una querida vecina comenta acerca de dos pequeñas naturalezas muertas que mi compañera colocó justo en la pared que se observa al abrir la puerta de entrada al inmueble.