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Tanque T-34 destruido por la artillería mercenaria en Girón |
Por Eduardo
Orlando
También te digo que las pérdidas nuestras
fueron muy superiores a las de los mercenarios. No sé si has estado en la Ciénaga , pero yo que me la
conozco como la palma de mi mano te digo que la ofensiva de los milicianos
tenía que ser casi de uno en fondo. En la ciénaga ambos lados de la carretera de
Jagüey a Playa Larga solo hay tembladera. A los mercenarios se les aflojaron
las patas en Playa Larga y Pálpite.
A los T-34, que no les quedaba más remedio
que avanzar en columna, y no podía desplegarse bajo riesgo de hundirse en la
ciénaga. En Pálpite, cuando trataron de avanzar, bajo el mando del fallecido
General Néstor López Cuba, lo que le pusieron los mercenarios con los cañones
sin retroceso de 75 mm
fue coquito con dulce de guayaba.
Pusieron el pelotón de vanguardia con sus
tres tanques fuera de servicio en unos minutos. La infantería no podía proteger
a los tanques porque los mercenarios habían emplazado cinco calibres 50 en
nidos separados a 50
metros y chapeaban todo el frente del avance
revolucionario. ¿Tú sabes lo que hace un calibre 50 cuando tira rasante?
Arranca piernas, brazos, cabezas y todo lo que se le ponga por delante. Esos
hombres que avanzaban sobre ellas, con su camisita azul cielo, lo que tenían
eran unos, eso mismo, como pocos en el mundo.