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Acto matutino de inicio de clases en una ESBEC |
Por
Eduardo
Anónimo:
¿Y
quién te dijo que nosotros nos sentíamos peones agrícolas, pedazo de apátrida,
cuando trabajábamos en las ESBEC (Escuelas Secundarias Básicas en el Campo)?
Nunca fui yo más feliz en mi vida. Esas escuelas al Estado Cubano le daban más
pérdidas, económicamente hablando, que ganancias, y estaban basadas en el
principio martiano de que “en las escuelas deben usarse por la tardes los
libros, pero en la mañana la azada”. Atrévete a decirme ahora que no es un
precepto martiano, la combinación del estudio con el trabajo.
En
Cuba, esas escuelas nunca tuvieron un resultado de rentabilidad económicamente
hablando. Eran simplemente una forma de educación. Ni nadie nos obligaba a
trabajar. Existía una norma agrícola ajustada a nuestras edades. Y la única
compulsión al trabajo, era de índole moral, a través de la emulación. Pero que
yo sepa, recibir una jicotea por ser el último lugar en una emulación, no creo
que esté penado por el Consejo de Derecho Humanos de las Naciones Unidas. Yo lo
que creo que eres oportunista y vago desde esa edad, si es que estuviste
becado.