Por Eduardo
Hoy
es 24 de febrero. Como cada año, todos los que realmente sienten que la Patria,
como rezaba el Apóstol “es ara, y no pedestal”, se regocijan de sano orgullo
por nuestra herencia mambisa. En un día como hoy, en que la Revolución nos
llama a un nuevo combate por afianzar la independencia nacional, que ha costado
al pueblo cubano ríos de sangre; no deseo hablar de los aspectos generales del
plan de alzamiento más conocidos por los textos que relatan nuestra gloriosa
epopeya. En mi artículo haré referencia al levantamiento independentista en
nuestra provincia de Matanzas.
Como
se sabe, el gobierno de los Estados Unidos de Norteamérica, incautó en el
puerto de Fernandina, los vapores Lagonda, Amadís y Baracoa, cargados con las
armas compradas con el aporte fundamentalmente de los obreros cubanos emigrados
de Tampa, Cayo Hueso, y otras ciudades del sur de ese país. El país norteño, ya
amenazaba en convertirse en el imperio voraz, que hoy pretende controlar hasta
el último milímetro cuadrado de área, en este contaminado planeta. Esa ocasión
fue la primera, y única vez, en que los Estados Unidos aplicaran la denominada
“Ley de Neutralidad”.
Si el magnífico plan de alzamiento que Martí, elaboró con
la minuciosidad y capacidad que le caracterizaban, y que combinaba la llegada
de esas tres expediciones a Cuba, una desembarcando en Occidente, otra en las
Villas y la Tercera en Oriente, llevando cada una de ellas a Máximo Gómez,
Antonio Maceo, y Serafín Sánchez, combinadas con el alzamiento simultáneo en
esas misma regiones, de los conjurados dentro del país, el gobierno español,
hubiese durado en la isla lo que el clásico merengue en la puerta de un
colegio.