Orlando:
Ayer
leí un artículo muy interesante donde el autor se regodeaba sobre un
sinsentido. Como es posible que en el sistema capitalista se defienda por
muchas personas la propiedad privada y sin embargo en el capitalismo la
verdadera propiedad, la de las grandes empresas, la de las grandes
transnacionales, los grandes medios de comunicación, los grandes condominios,
rascacielos, etc., se concentra en apenas el 1% de la población. El famoso
sueño americano, alimentado desde que William Randolph Hearst mandó a sus
reporteros a tirar para sus redacciones cuantas mentiras se les ocurrieran
durante la guerra cubano hispano norteamericana, por los medios masivos de
desinformación como decía el Che, va haciendo su labor de zapa sobre la
conciencia de los pueblos. Las elecciones parlamentarias en Venezuela son un
ejemplo de ello.
Es
simpático encontrarse a veces a compañeros de estudio que se fueron de Cuba, y
verlos convertidos en un ejemplo de revolucionario en versión miamense. De
hecho la mayoría de mis condiscípulos de la antigua Escuela Vocacional “Carlos
Marx” viven la mayoría de las veces mejor que lo que hubiesen vivido en Cuba,
pero cuando ponen un pie en la isla, es como si les pusieran un electrodo y
comienzan a evocar “The Way we were” en aquella Cuba con bistec de carne res
con papitas que costaban 1.60 CUP, los muñequitos de “Tío Stiopa”, “Mashenka y
el Oso” “El malvado Abdajá” y el resto de la caterva de muñequitos rusos, las
carreras por orientación de la SEPMI, y los viajes al Parque Lenin, que debe ser
el único sitio público con el nombre de Vladimir Ilich que quede en el mundo.