jueves, 13 de febrero de 2020

¡Feliz Día de los Enamorados!

Matanzas, la ciudad de la poesía. Foto: Trabajadores

 Por Eduardo

Como todo buen matancero, una vez quise hacer poesía en serio. Y aunque hace ya un buen rato que no he escrito un solo verso, quizás porque mi vida se ha perdido por los senderos del trabajo, que casi no me deja tiempo para dedicarle el tiempo que la poesía precisa, todavía añoro los tiempos en que no me perdía una sola tertulia poética en mi romántica ciudad. También he llegado a pensar que en mi caso, de tanto leer la mejor poesía escrita en lengua española, me auto convencí de que nunca llegaría a alcanzar la altura de los grandes maestros.
Fueron los años 80 del siglo XX en Matanzas una etapa pródiga para la poesía. Hubo como una explosión de poetas jóvenes que marcaron la vida literaria de mi generación. Acudía a menudo a los recitales que realizaban en el Patio Colonial de la Sacristía de nuestra Catedral, en la Sala White, o en la desparecida Casa de la Trova, poetas como Yaquelín Font, Héctor Escobar o Luis Marimón, a quien a pesar de su fama bohemia y triste final considero un importante eslabón de la matanceridad. A Marimón le sucedió lo mismo que a Plácido, nació en La Habana, pero la poesía lo convirtió en raigambre esencial de la Ciudad de los Puentes.