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Así era de grande la Gran Colombia |
Por
Eduardo
Hace
algún tiempo leí un artículo que planteaba que se podía ser derechista y ser un
patriota a carta cabal. Ponía el ejemplo del general Charles de Gaulle, quien
no era precisamente un representante de la izquierda, pero quien ante cualquier
amenaza a la soberanía de Francia, se enfrentaba a los intereses foráneos que
atacaban a su país. El General de Gaulle, desde su óptica de aristócrata, hizo
todo cuanto le fue posible por la grandeza de su Patria.
Mientras
el Mariscal Petain, rendía las tropas francesas y entregaba gran parte de su
territorio a los nazis, incluyendo a París, él se dedicó a organizar el
Ejército de la Francia Libre, con el que combatió contra la ocupación fascista.
Se opuso a las políticas hegemónicas de los Estados Unidos, relacionadas con el
monopolio del dólar en las relaciones monetario mercantiles a nivel mundial. Bajo
su mando Francia desarrolló su propio programa de desarrollo nuclear. Su último
servicio a Francia, fue poner fin a la larga y cruenta guerra que el país galo
enfrentaba en Argelia con los patriotas argelinos, que concluyó con la independencia
de esa hermana nación del Magreb. Por esa, y otras razones sufrió atentados
contra su vida, preparados por mercenarios al servicio de las fuerzas de la
ultraderecha francesa.
Lo
más triste de las derechas latinoamericanas es que son lacayas, serviles,
cipayas, y cuanto adjetivo duro se les pudiera endilgar. Nunca un representante
de las élites burguesas latinoamericanas ha procurado el crecimiento y el
bienestar de su nación. Por los recursos con que la naturaleza dotó a nuestro
continente, cada uno de los grandes países de Sudamérica hubiese llegado a ser
una potencia en lo económico, lo político y lo militar. Las oligarquías
latinoamericanas, con tal de mantener sus privilegios de clase, han escogido el
camino del entreguismo y la sumisión a los poderes imperiales, en detrimento
del desarrollo de sus propias naciones.