domingo, 26 de julio de 2020

A pesar de la COVID – 19, siempre es 26.

Fidel Castro Ruz y Abel Santamaría Cuadrado,
principales jefes de la acción del 26 de julio de
1953 (Foto Trabajadores). 
 Por Eduardo

Siempre he considerado que tuve una niñez privilegiada. De hecho mi familia fue una de aquellas a quien la Revolución Cubana libró de una triste existencia, marcada por la pobreza y la falta de oportunidades en aquella República puesta al servicio del imperialismo yanqui por gobernantes cipayos; quienes con tal de alimentar sus fortunas personales sembraban en nuestra hermosa Patria el robo descarado de los fondos públicos, el latrocinio, la corrupción administrativa, el abuso contra los obreros y campesinos, el crimen político, el gansterismo, y otros desmanes.

Como colofón de la ignominia, el 10 de marzo de 1952 un personaje nefasto nacido en esta tierra, el sargento autoproclamado coronel y más tarde general, el inventor del palmacristazo, el “hombre fuerte” del gobierno norteamericano, Fulgencio Batista y Saldívar asaltaba en la madrugada el mando militar de Columbia y ejecutaba un cuartelazo tan de moda en aquellos años en “nuestras dolorosas repúblicas americanas” al decir del Apóstol José Martí. El golpe de estado vino a romper el precario orden constitucional existente en Cuba con posterioridad a la adopción de la Constitución de la República de Cuba del año 1940.