Chávez, un cubano más, junto a Raúl. ¡Viva Nuestra América! |
Por Eduardo
Yo me sorprendo a veces de lo
simplistas que resultan los paradigmas de este mundo. En la tierra existen
muchas personas que quieren emigrar a los Estados Unidos y ser ciudadanos
yanquis, no solo los nacidos en Cuba. Cuando trabajaba en Etiopía, fastidiaba a
los compañeros etíopes diciéndoles, - Cuando regrese a América voy a dar una
fiesta bien grande. Ellos, a esa hora preguntaban – Profesor ¿Y usted es
americano? ¿Usted no es cubano?
Como la conversación era en
inglés, me quedó bien claro desde el principio, que para el resto del mundo
Americans son los yanquis, los demás americanos somos los habitantes del
traspatio, como se encargaron de recordarnos hace unos días el anticubano Roger
Noriega, y el mismísimo Secretario de Estado John Kerry. Yo ripostaba; - Les
aclaro amigos míos, que América se extiende desde el Océano Glaciar Ártico,
hasta la tierra del Fuego en la Patagonia. Dentro de esa amplia región, todos
somos Americans; no solo los nacidos en los United States of America. En medio
del Mar Caribe, se encuentra la isla de Cuba, y sobre ella estamos los cubanos,
que somos tan americanos como el que más.
Que muchos cubanos quieran ser
ciudadanos yanquis, no es raro en este mundo, porque también lo desean los
chinos, los japoneses, los croatas, y hasta la “Santísima Concepción y sus once
mil vírgenes” (“Conchita y sus muchachitas”, al decir de muchos cubanos).
Convertirse en ciudadano
norteamericano, porque como expliqué antes un ciudadano cubano también es “americano”,
es más un asunto económico que cultural o político. Eso explica la existencia
de guettos de las etnias minoritarias en Yumilandia. Que si el Chinatown, que
si el Bronx, que si Little Havana, que si patatín, que si patatán. Algo similar
al aplatanamiento de los extranjeros en Cuba, no se observa en los Estados
Unidos. Es por ello que aunque pasen casi 200 años de la llegada de los
primeros chinos a ese país, aquellos que construyeron el ferrocarril de costa a
costa, siguen siendo “chinoamericanos”.
El colmo de los colmos es que los
negros nacidos en el imperio, y que nunca han puesto un pie en África son “afroamericans”.
El término afrocubano se utiliza en la isla para denominar el componente de
nuestra cultura o folklor relacionado con la herencia africana, pero un negro
en Cuba es tan cubano que el más pinto de la paloma. Esa es una de las cosas
que me gusta de mi tierra, que todos somos cubanos. Es por ello que me siento
como René González, un orgulloso ciudadano cubano.
En la Tierra, hay millones de
personas también que prefieren la ciudadanía de su Patria de origen a la
norteamericana, y luchar por el desarrollo de su país antes que dejarse llevar
por los cantos de sirenas del American Dream. Nuestro Héroe de la República de
Cuba, René González, es uno de esos hombres, y aunque como cubano, respeto y
admiro al pueblo norteamericano, no estoy para nada interesado en ser yanqui.
Por eso entiendo a René, porque
uno es, más allá de donde uno nace, de aquel lugar donde desea ver realizados
sus sueños y aspiraciones. El que sueñe con riquezas o con el bienestar
material en Cuba, casi siempre escoge el camino de la ciudadanía yanqui. Los
que soñamos con el ideal martiano de una República de Cuba, libre e
independiente, “con todos y para el bien de todos”, escogerá seguir siendo
ciudadano cubano.
Nosotros por formación martiana,
bolivariana, guevariana y fidelista, somos además internacionalistas y soñamos
con la integración de toda la América Latina, en una sólida Federación de
Repúblicas libres como soñaba el Libertador. En el ALBA, Mercosur, Petrocaribe,
en la moneda Sucre que ya aceptan países que no pertenecen al ALBA como
Uruguay, está la semilla de una Latinoamérica unida que trabaje por un futuro
mejor para los pueblos de Nuestra América al decir de Martí.
Good man, his many respects
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