Facundo Cabral, guitarra en ristre. |
Por Eduardo
Las noticias relacionadas con la muerte son ya tan comunes en los medios masivos de comunicación, que ya ni siquiera los niños al escucharlas se sorprenden. Sin embargo, la noticia, del asesinato del poeta y trovador argentino Facundo Cabral en Guatemala, al ser transmitida ayer por el Noticiero Nacional de Televisión de nuestro país, me dejó anonadado. Tengo que confesar que no me cuento entre sus fanáticos y seguidores. Soy totalmente incapaz de recordar una sola de las letras de sus canciones. Sin embargo, esto quizás se deba a que la noción de la existencia del bardo me llegó ya entrada la madurez, cuando ya de tanto emplear la mente, esta pierde la capacidad de registrar en memoria las letras de las composiciones musicales como antaño.
Yo siempre he sido seguidor de la Nueva Trova cubana; y a través del conocimiento de la obra de Silvio, Pablo, Noel, Vicente, Sarah, Santiago, y muchos más a lo largo de tres generaciones de trovadores, me puse en contacto con la obra de grandes cantores poetas de la América Latina. Chico Buarque de Holanda, Alberto Cortés, Daniel Viglietti, Milton Nascimento, Gilberto Gil, Caetano Veloso, Fito Páez, pasaron a formar parte de mis preferencias musicales. Sin embargo, Facundo Cabral era un perfecto desconocido para mí, hasta un día. Esa jornada supe de él a través de un amigo mío, que reproducía en su laptop un concierto grabado en vivo del trovador.
Enseguida capté, por las declaraciones que realizaba entre canción y canción, que se trataba de un músico defensor de las causas justas de los pobres de la tierra al decir del Apóstol. Su discurso era abiertamente de izquierda, antiimperialista, y popular. A pesar de que en determinado momento del concierto se mofaba de su ya por entonces creciente pérdida de visión, no advertí en ningún momento un ápice de derrotismo o pesimismo, al contrario, sus palabras y la letra de sus canciones, reflejaban amor a la existencia, optimismo, y una valentía admirable ante la adversidad.
Y ahora de repente, la tragedia. La información que poseo es muy limitada. Ayer tuve conocimiento de los mensajes de condolencia de los Presidentes Chávez, Correa, Santos y Álvaro Colóm. Hoy domingo supe que quizás haya muerto accidentalmente, y que los disparos mortales no iban dirigidos a su persona, sino a un empresario nicaragüense amigo suyo, que era quien conducía el auto. De cualquier manera, el Gran Facundo Cabral, ya no pertenece al reino de este mundo, sino que acaba de entrar en la categoría de los inmortales, porque como decía el compañero Correa, seguirá viviendo en su obra y sus canciones.
Duele pensar que a la altura del siglo XXI, todavía los hombres empleemos las armas y la eliminación física de nuestros semejantes para dirimir nuestras diferencias. Ya no podemos seguir permitiendo que los poetas se vayan de esta tierra por medio de la barbarie. De esa manera los franquistas nos robaron a Federico García Lorca, cuando estaba en la flor de su existencia. No suficientemente contentos con el alevoso crimen, los bárbaros de la falange española nos enclaustraron en una lóbrega prisión a Miguel Hernández. También los fascistas chilenos nos destrozaron a Victor Jara y un loco fanático baleó a John Lennon cuando en compañía de su esposa regresaba a su hogar. Ahora, un bárbaro, o grupo de bárbaros le segaron su preciosa existencia a Don Facundo.
Pero hay muertos que no caben en su sepultura, y Facundo Cabral es uno de ellos. Su alma no descansará la paz de las almas anodinas, sino que seguirá entonando canciones, y luchando por toda la eternidad, para que los latinoamericanos todos, no permitamos que nos sigan asesinando a nuestros cantores.
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