¿Por qué escribo como lo hago?

Los Cinco, paradigmas de mi generación

Por Eduardo

Entre todos los que escribimos en la Web 2.0 existen diversas historias de vida, educaciones familiares, trayectorias estudiantiles, y caracteres que provocan que la supuesta unanimidad sea un supuesto idílico. Yo, a pesar de ser un especialista en el campo de la tecnología, siempre he tenido una veta literaria, que ahora satisfago con lo que escribo en el blog. Pero yo escribo las cosas desde la óptica de un hombre de 48 años, que estuvo becado en la década del 70 y que durante 6 años compartió una vida de estudiante y trabajador agrícola; experiencia que marcó nuestra generación, pero que nos hace el grupo de cubanos que cuando hay que trabajar duro lo hacemos sin mucho problema y remilgo. Lo mismo en la placa de un amigo, que un surco de malanga, que en un trabajo voluntario.

Cuando era niño, Cuba todo los días se levantaba con la noticia de una bomba que explotó, de una banda de alzados que mató a los niños Fermín y Yolanda, o que a Bienvenido Mauriz Díaz, humilde pescador matancero lo mataron los asesinos de Alpha 66 que atacaron con fiereza su barco de ferrocemento. Cuando estaba en 7mo grado, el Director de mi escuela, nos llamó a todos a un rincón del pasillo central y con lágrimas en los ojos nos dijo que en Barbados la CIA nos había tumbado un avión. Cuando en los años 80, después de la invasión a Granada, el presidente Reagan ya estaba dispuesto para atacarnos, mis Brigadas Estudiantiles de Trabajo fueron en la zona de Cantel, haciendo refugios para tanques en el diente de perro.

Y como si fuera poco, mi generación tuvo que soportar el enorme impacto ideológico, económico y social que constituyó el período especial. Por eso hay principios que yo tendré hasta el día en que cierre los ojos, y que los he defendido dentro y fuera de Cuba, cuando he tenido que trabajar fuera de la isla como profesor invitado. No se cambia a los 48 años a un comunista nacido en los 60, si era un revolucionario verdadero. Si se cambia, es que nuca lo fue. Desde joven siempre he defendido lo que creo justo.

Un amigo poeta de esos que Matanzas pare todos los días, me dijo un día en que compartíamos una tertulia, que aunque el acto de escribir es un parto enteramente personal, el escritor al publicar adquiere una responsabilidad con lo que escribe, y cuando a mí me hablan de la censura y al autocensura siempre pongo delante un pensamiento martiano que aparece en el primer número de Patria:

"Una es la prensa, y mayor su libertad, cuando en la república segura se contiende, sin más escudo que ella, por defender las libertades de los que las invocan para violarlas, de los que hacen de ellas mercancía, y de los que las persiguen como enemigas de sus privilegios y de su autoridad. Pero la prensa es otra cuando se tiene enfrente el enemigo. Entonces, en voz baja se pasa la señal. Lo que el enemigo ha de oír, no es más que la voz de ataque. Eso es Patria en la prensa. Es un soldado. Para el adversario mismo será parco de respuestas, y en vano se le querrá atraer a escaramuzas inútiles, porque cada línea de los periódicos de la libertad es indispensable para fundarla; aun el adversario hallará en nosotros más bálsamo que acero. El arma es para herir, y la palabra para curar las heridas (...)"

Entonces en la red de redes, y yo siempre tengo presente esto cuando escribo para defender este pequeño país, al que le sobran detractores en el mundo, si cualquier desaguisado que cometa podría servirle de pie de apoyo a un adversario, sencillamente no lo escribo.

En Cuba, quizás por un problema de idiosincrasia, tenemos algunos problemas con el estudio de la literatura marxista. La obras de Marx, Engels y Lenin, que según los conocedores del alemán y el ruso son obras muy amenas, nos llegaron en unas ediciones que presentaban unas traducciones funestas, los que las convertía en ladrillos o batidos de plomo. Si a eso le suma que las traducciones de Marx y Engels, eran un refrito de la traducción rusa, y los problemas de hábito de lectura de la población cubana, la ecuación dio como resultado que el 90% de los comunistas cubanos, somos comunistas empíricos.

Yo he leído a los clásicos del marxismo, porque me lo impuse como una de las muestras de estoicismo que he realizado en la vida, porque me dije que si los cristianos son cristianos, es porque siguen a Cristo, y si yo decía ser marxista leninista, por fuerza debía leerme a los clásicos del marxismo. Teniendo problemas de base teórica, es difícil no caer en la repetición de consignas.

Nunca he sido partícipe de los abusos y de los extremismos. No pocos problemas me he buscado por eso en mi vida por esa y otras razones, pero siempre doy un consejo. No se debe identificar nunca la idea, o lo que es lo mismo la esencia, con las acciones incorrectas de los hombres.

Aunque yo no soy cristiano, soy un seguidor de Jesús, y siempre he tenido bien claro que Torquemada y los inquisidores nada tuvieron que ver con Jesús. En su ya milenaria historia hombres y mujeres como Juana de Arco, Madre Teresa de Calcuta, San Francisco de Asís, San Ignacio de Loyola, o Juan Pablo Segundo, así como los Teólogos de la Liberación como Ernesto Cardenal, Frei Betto, o Leonardo Boff, salvaron el espíritu del cristianismo en su versión católica. No se debe condenar nunca a los que defienden la idea por las acciones de los inquisidores. Por estas y muchas otras razones, es que escribo como lo hago.