viernes, 20 de septiembre de 2013

El Ron Yucayo es mejor que el Bacardí.


Yucayo, orgullo de nuestra ciudad de Matanzas
 Por Eduardo

Anónimo:
Yo no quiero ser absoluto, porque en verdad en la historia de la humanidad han existido algunos personajes, que valiéndose fundamentalmente de su talento llegaron a ser grandes capitalistas, siendo de hecho promotores del desarrollo de lagunas ramas del saber humano en el campo de la ciencia y la tecnología. Tal es el caso de los conocidos Tomas Alva Edison, Henry Ford, Bill Gates, etc. Sin embargo, el término “trabajar” en el caso de un millonario es bien relativo.
Quienes trabajan realmente en el capitalismo son los obreros y campesinos que se rompen el lomo, para producir la plusvalía que les permite a los propietarios de los medios de producción, darse la vida de lujos y despilfarro que proclaman las revistas faranduleras producidas con el papel que se produce de la destrucción de millones de hectáreas de las selvas tropicales. La desigualdad social en Estados Unidos ha alcanzado los niveles de la Gran Depresión en 1929. En un nuevo libro dedicado a este problema, el premio Nobel de Economía, Joseph Stiglitz, declara que el sueño americano es un mito: desde 2008 el 1% de los estadounidenses más ricos obtienen alrededor del 93% de todos los ingresos en el país.
Que tú estés de acuerdo con esos datos, no quiere decir que esta distribución de la riqueza sea moralmente justa. Para acabar con injusticias como esas se hizo la Revolución Cubana. Y entiendo que el orden económico actual donde los ricos son cada vez más ricos, y los pobres somos cada vez más pobres, nada tiene que ver con los derechos humanos, de los que tanto cacarean los dueños de este mundo. Un mundo donde los países desarrollados consumen el 80% de la energía, nada tiene que ver con el derecho. 

No sé si eres rico, yo no lo soy, ni aspiro a serlo, pero sería muy feliz si llegara a ver algún día un mundo donde niños mueran de hambre, mientras en un país que se hizo rico a partir de la expoliación de nuestros países, los productores de leche viertan al suelo toneladas de leche, para elevar el precio a costa de la creación de una demanda artificial. Eso es un crimen de lesa humanidad. Es por ello que Honoré de Balzac decía que “detrás de cada gran fortuna siempre hay un gran crimen”.
Habría que ver quién es el adoctrinado, si tú que repites como un loro la propaganda capitalista, o yo que realizo los análisis que hago a partir de las duras realidades de este mundo, cuya causa principal es el capitalismo derrochador y salvaje que nos pretenden imponer desde los centros del poder imperial. Por lo menos en EEUU los Indignados de Wall Street están de acuerdo con algunas de las verdades que defiendo, y para nada son comunistas.
Ahora bien, en el caso que nos ocupa, los Bacardí y Arrechavala actuales, nada tienen que ver con los fundadores de las firmas, Facundo Bacardí y José Arrechavala. Facundo Bacardí y su hijo Don Emilio Bacardí, fueron patriotas e independentistas. Los actuales Bacardí, apoyan cuanta medida para reforzar el bloqueo a Cuba se les ocurra a cualquier trasnochado de Miami. De hecho, tanto fue el patrocinio de la Bacardí a la Ley Helms Burton, que es conocida desde entonces como la Ley Bacardí.
Anónimo:
Déjeme darte un norte, porque parece ser que no estás muy ducho en cuestiones de propiedad intelectual, algo por lo que me he tenido que preocupar debido a mi propio trabajo. Cuando tú inscribes una marca comercial en un país, porque recuerda que esto debe hacerse país por país, debes renovar la marca cada cierto tiempo, o pierdes el derecho a usarla. Cuando CUBAEXPORT, a nombre del Estado Cubano inscribió la marca Havana Club en 1976 ante la Cámara de Comercio yanqui, desde antes de 1959 la familia Arrechavala no había realizado ese trámite en Yumilandia, por tanto “habían perdido los derechos del uso de la marca Havana Club”.
No lo hicieron porque estaban arruinados, y ya no tenían las fábricas de ron. A diferencia de la Bacardí, que desde antes del triunfo de la Revolución había abandonado sus plantas en Cuba, al punto de que Cuba en el 1959 importaba el Bacardí desde Puerto Rico. Los Arrechavala, con el proceso de nacionalización se quedaron sin las plantas de producción de Ron. Cuando los Bacardí hicieron su espurio robo de la marca en 1995, hacía casi 20 años que nuestro Estado venía pagando sistemáticamente la licencia del uso de la marca. Como muchas veces pasa con Cuba, sencillamente los yanquis vieron la oportunidad de joder a Cuba, y hablando el español de la isla “nos la aplicaron”.
Habría que preguntarse ¿Por qué una firma que posee el 30% de las ventas totales de Ron en el mundo, quiere producir una marca de un país bloqueado y agredido como el nuestro. La respuesta es bien sencilla, el Havana Club nuestro se está convirtiendo en un producto exclusivo, sobre todo en base a su calidad intrínseca, y poco a poco ya ha alcanzado el 5% del mercado de los rones a nivel mundial. El Havana Club se seguirá vendiendo sin problemas en los 125 países donde es un producto habitual. Y en los Estados Unidos ya se inscribió la marca Havanista, que es un invento de ahora. Va y a lo mejor de aquí a unos años, la Bacardí comienza a producir Havanista, porque encontrarían un personaje que declararía asimismo que inscribió ese nombre hace 100 años en los EEUU.
Cuando estando fuera de Cuba probé el Bacardí, pude apreciar que hasta el Ron de Matanzas, el Yucayo, tiene más calidad que la guachipupa aguachenta esa que producen los del murciélago. Es que como pasa con nuestro tabaco, ni la caña es la nuestra, ni por ende las mieles, y los toneles originales del Havana Club, sin los cuales, no hay posibilidad de producir la fórmula original de Havana Club, están en Cuba.
En la antigua fábrica Bacardí en Santiago, en la Arrechavala en Cárdenas, y en la Havana Club de Santa Cruz del Norte, están los rones madres con más de cien años de añejamiento, que son los que permiten obtener los productos de las mayores calidades. Ellos están tratando de quitarse la competencia de encima y de paso hacerle daño a Cuba y a la Revolución de quienes son enemigos irreconciliables.

Ron Varadero, producido en Chambas, Ciego de Ávila

Ron Arecha, producido en Cárdenas, Matanzas

Ron Bucanero, producido en Cárdenas, Matanzas
 
Ron Caney, de Santiago de Cuba, el verdadero Bacardí original, solo cambió el envase y la marca


Ron Mulata, producido en Santa Cruz del Norte, Mayabeque.

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