Por Eduardo
Hoy
es 24 de febrero. Como cada año, todos los que realmente sienten que la Patria,
como rezaba el Apóstol “es ara, y no pedestal”, se regocijan de sano orgullo
por nuestra herencia mambisa. En un día como hoy, en que la Revolución nos
llama a un nuevo combate por afianzar la independencia nacional, que ha costado
al pueblo cubano ríos de sangre; no deseo hablar de los aspectos generales del
plan de alzamiento más conocidos por los textos que relatan nuestra gloriosa
epopeya. En mi artículo haré referencia al levantamiento independentista en
nuestra provincia de Matanzas.
Como
se sabe, el gobierno de los Estados Unidos de Norteamérica, incautó en el
puerto de Fernandina, los vapores Lagonda, Amadís y Baracoa, cargados con las
armas compradas con el aporte fundamentalmente de los obreros cubanos emigrados
de Tampa, Cayo Hueso, y otras ciudades del sur de ese país. El país norteño, ya
amenazaba en convertirse en el imperio voraz, que hoy pretende controlar hasta
el último milímetro cuadrado de área, en este contaminado planeta. Esa ocasión
fue la primera, y única vez, en que los Estados Unidos aplicaran la denominada
“Ley de Neutralidad”.
Si el magnífico plan de alzamiento que Martí, elaboró con
la minuciosidad y capacidad que le caracterizaban, y que combinaba la llegada
de esas tres expediciones a Cuba, una desembarcando en Occidente, otra en las
Villas y la Tercera en Oriente, llevando cada una de ellas a Máximo Gómez,
Antonio Maceo, y Serafín Sánchez, combinadas con el alzamiento simultáneo en
esas misma regiones, de los conjurados dentro del país, el gobierno español,
hubiese durado en la isla lo que el clásico merengue en la puerta de un
colegio.
No hubiese podido trasladar España a nuestro archipiélago, como
posteriormente ocurrió, un gran número de reclutas, que llegó a elevar el
número de soldados peninsulares hasta la cifra de más de 250 000 efectivos; el
ejército regular más grande que haya poseído jamás España fuera de sus
fronteras. Esa fuerza sumada a los más de 100 000 cubanos peleando a favor del
gobierno colonial, habla por sí sola del heroísmo de nuestros libertadores, que
según el censo realizado por el ejército yanqui en el momento del
licenciamiento forzoso de nuestros mambises, apenas rebasaba los 14 000
efectivos repartidos por todo el país.
Por
cada soldado cubano independentista, combatían en el campo contrario 25
efectivos colonialistas. Muchas veces en el exterior, los enemigos de Cuba, no
se explican la lógica de la resistencia de los revolucionarios cubanos, ante la
política de agresiones y el bloqueo de los Estados Unidos, y en el campo de la
contrarrevolución cubana, muchos cuestionan que en las actuales circunstancias,
proclamemos nuestros asideros, en la lucha de nuestros libertadores, y cometen
un error garrafal. Como proclamó Fidel en el discurso por el Centenario del
Alzamiento de la Demajagua, ayer nosotros, de haber vivido esos momentos
hubiésemos sido como ellos, y ellos hoy hubiesen sido como nosotros”
En
el alzamiento martiano de la Guerra Necesaria, y en el posterior devenir de la
Guerra del 95, nuestra provincia ocupó un lugar de honor. El 24 de febrero,
estaba previsto que en la finca la Ignacia del Partido Jurisdiccional de
Ibarra, se reunirían los complotados. Desde la Habana acudiría a la cita de
honor con la Patria el Mayor General Julio Sanguily, en compañía de un grupo de
destacados jóvenes de la más aristocrática sociedad habanera. Díscolos,
juerguistas, valientes y sublimes, los llamados Tacos de la Acera del Louvre,
escoltas voluntarios del General Maceo durante su estancia habanera, supieron
ponerse a la hora exacta en el lugar que les correspondía a los patriotas de
honor, y abandonaron la vida fácil y acomodada, por la ruda existencia de la
manigua cubana. Muchos de ellos cayeron en la lucha por la independencia, y su
sacrificio es una lección para aquellos que hoy tratan de vender a la Patria
por un miserable plato de lentejas.
Cuando
el Apóstol autorizó el levantamiento para la segunda quincena de febrero de
1895, Antonio López Coloma, acompañado de Juan Gualberto Gómez, y otros
complotados, partió de la capital en tren para descender, ya en la provincia de
Matanzas en el paradero de Ibarra y dirigirse a la finca “La Ignacia”, de la
cual tenía el título de arrendatario. Contaban allí con cincuenta rifles y diez
mil tiros destinados a pertrechar a los que se incorporaran a la guerra en
aquella zona. Aquel fue el lugar escogido por sus condiciones, para el
levantamiento.
Hacia
la Ignacia cabalgaba también ese 24 de febrero de 1895, el Comandante del
Ejército Libertador de Cuba, Manuel García, “El Rey de los Campos de Cuba”.
Aquel que desembarcó proveniente de los Estados Unidos en una expedición
patriótica, cuando aún no estaban creadas las condiciones, y al cual no le
quedó otro camino que convertirse en nuestro Robin Hood. Cuenta la leyenda
popular que robaba a los ricos hacendados, para entregar luego, el dinero de
sus pillajes a los guajiros pobres. Hombre recio, sin muchas dotes
intelectuales, ofreció una gran suma de dinero al Apóstol para su cruzada
libertaria, producto del cobro de un rescate, que el maestro rechazó, porque
“el árbol ha de venir sano desde la raíz”. Sin embargo, al consultarle Juan
Gualberto Gómez acerca de quién debía mandar la vanguardia de la tropa
matancera, Martí no lo pensó dos veces y le respondió, Manuel García.
Llegamos
en este recuento histórico a Juan Gualberto Gómez, orgullo de todos los nacidos
en la tierra del Yumurí. Negro nacido libre en Sabanilla del Comendador, debido
a que sus padres compraron su libertad a sus amos antes de su nacimiento, fue
enviado a Francia a aprender el oficio de fabricante de carruajes. Sin embargo
en la ciudad de las Luces, a la par que adquiría una cultura enciclopédica,
descubrió su verdadera vocación, la de periodista revolucionario y patriota.
Amigo
personal de Martí, y designado por este Delegado en Cuba del Partido
Revolucionario Cubano, fue el verdadero organizador en la isla del alzamiento
del 24 de febrero. Años después cuando la Constituyente de 1900 se debatía
entre, las dos soluciones que brindaban los yanquis, la continuidad de la
ocupación militar del ejército del norte, y la independencia lastrada por la
Enmienda Platt, el Procónsul norteamericano Leonard Wood, escribiría al
entonces Secretario de Estado Elihu Root, “el bando de los que se oponen a la Enmienda
Platt, lo lidera un negrito de lo más inmundo llamado Juan Gualberto Gómez”. El
calificativo de ese sátrapa da una idea del escollo que siempre este egregio
patriota constituyó para los enemigos de Cuba. Eso pasaría años después, pero
ese 24 de febrero, Juan Gualberto acampaba en la Ignacia, conjuntamente con el
jefe de los complotados de la ciudad de Matanzas, Antonio López Coloma, y el
resto de los conspiradores que se les sumaron.
En
la noche del 23 de Febrero se encontraba ya en marcha la insurrección, y en la
casa de vivienda de La Ignacia permanecía montada la guardia con centinelas por
tres parejas hasta el amanecer del siguiente día, sin embargo los refuerzos
esperados no llegaron. En circunstancias no aclaradas hasta el día de hoy,
Manuel García recibió un disparo a traición, en las cercanías del poblado de
Ceiba Mocha, cuando al frente de su partida marchaba a paso forzado a unirse
con Juan Gualberto y López Coloma. El general Julio Sanguily, de manera
inexplicable, se dejó capturar en La Habana por las autoridades españolas en la
mañana del día 24. Esta controvertida e inexplicable actitud, hoy provoca
sospechas entre los investigadores históricos, algunos de los cuales llegan
inclusive a asignarle a Sanguily el inglorioso epíteto de traidor a la Patria.
De
esa manera, sin práctico (Manuel García), ni jefe militar (Julio Sanguily), los
patriotas de Ibarra resultaron presa fácil para las tropas españolas. Estas se
desplazaron desde la capital provincial (Matanzas), en tren desde las seis de
la mañana. Avisados Juan Gualberto y López Coloma del movimiento de los
militares, este último tomó el mando de los catorce combatientes, que no
contaban con suficientes caballos, y cada uno de los cuales portaba tres
fusiles. Esta situación dificultó el desplazamiento de los patriotas.
Sorprendidos por el tren militar en el cruce ferroviario entre Guanábana e
Ibarra, abrieron fuego contra las tropas españolas y se retiraron combatiendo.
Cercados
por el enemigo del 25 al 28 de febrero, en el Cuabal de Santa Elena, agreste
lugar plagado de malezas, fueron capturados definitivamente. Desde que López
Coloma cayó prisionero en Cuabal de Santa Elena hasta el instante del 26 de
noviembre de 1896 en que fue fusilado por los colonialistas españoles, defendió
con gallardía su honor de patriota comprometido con la causa de su pueblo, que
no era otra que la independencia de la Patria, y la libertad de todos los
cubanos. Al enfrentar en la Fortaleza de la Cabaña al pelotón de fusilamiento
su grito de ¡Viva Cuba Libre!, fue su respuesta a aquellos soldados de la
metrópoli que le destrozaron el pecho con una cerrada descarga.
Juan
Gualberto Gómez quien se había separado de López Coloma, durante el combate del
día 24, se vio obligado a presentarse ante las autoridades españolas en
Sabanillas. Fue condenado a 20 años de prisión en los calabozos de Ceuta y
Valencia. Estuvo en prisión hasta el 1 de enero de 1898, en que por motivo de
constituirse el Gobierno Autonómico de la Isla de Cuba, fue puesto en libertad.
Marchó entonces a Nueva York, donde se reincorporó a las tareas de la
independencia.
Un
segundo levantamiento tuvo lugar el 24 de febrero de 1895 en nuestra provincia
de Matanzas, alzándose un grupo de 41 patriotas bajo el mando de Martín Marrero
en la finca “La Sirena”. Una vez reunidos en ese sitio, ese mismo día 24, se
pronunciaron en armas por Cuba Libre. Marrero fue nombrado Jefe del
pronunciamiento. Al amanecer del día 26, la bisoña tropa de Marrero chocó con
las fuerzas enemigas y sostuvieron con ésta un breve tiroteo. La tropa española
estaba compuesta aproximadamente de 300 hombres sin embargo los mambises eran
sólo 41. Sorprendentemente, en el encontronazo salieron victoriosos los
nuestros, causándole dos bajas, y obligando a los españoles a abandonar el
campo. Tuvo lugar el combate en el sitio denominado Palmar Bonito, y entró en
los anales de la historia patria como el cuarto combate de las tropas
independentistas en todo el país, así como el primero en las provincias
occidentales.
En
abril de 1895 se multiplicaron los enfrentamientos entre las tropas
colonialistas y los independentistas en la provincia de Matanzas, lo que afirma
que, a contrapelo del descalabro del levantamiento de Ibarra, la provincia
nunca quedó pacificada. En el mes de mayo comenzaron a efectuarse nuevos
pronunciamientos independentistas. El 27 de octubre se alzó en armas José
Roque, quien operó en todo el territorio matancero.
Gloriosa
es la historia de Matanzas durante la Guerra del 95. A los triunfos de Maceo y
Gómez durante la invasión de Oriente a Occidente, en Coliseo y Calimete,
posteriormente habría que agregar las acciones del Insigne Quinto Cuerpo de la
Primera División, al mando de Mayor General Pedro Betancourt, de la tropa del
niño héroe Coronel Clotilde García en las Jurisdicciones de Colón y los Arabos,
y la sin par hazaña de la Brigada de Cárdenas guiada por el bravío General
Carlos María de Rojas. Cada uno de estos episodios y héroes de la historia de
Matanzas, podrían ser objeto de numerosos artículos como este, pero creo que el
propósito que originalmente me guió al escribir este post, que fue el de rendir
merecido tributo a aquellos héroes que un día como hoy se levantaron en armas
por la libertad de la Patria, ha sido cumplido.
No
quisiera sin embargo concluir, pasando por alto, que otro 24 de febrero, pero
de 1958, en la agreste Sierra Maestra, el Comandante Ernesto Che Guevara fundó
Radio Rebelde, la Emisora de la Revolución. Hasta allá, marchó una bella actriz
matancera, nacida como Carilda, en la Calzada de Tirry. Cada día, durante la
guerra de liberación, su aguda voz rasgaba el silencio de la noche con el
identificador de la bravía emisora, ¡Aquí Radio Rebelde, desde el Territorio
Libre de Cuba! A nuestra querida Violeta Casal, vaya en este día, de gloria
para Cuba, en que su emisora cumple un aniversario más de fundada, el más
sincero homenaje de amor y el tributo de todos los miembros de la Universidad
de Matanzas.
El inagotable.
ResponderEliminarDice Edu:
Muchos de ellos cayeron en la lucha por la independencia, y su sacrificio es una lección para aquellos que hoy tratan de vender a la Patria por un miserable plato de lentejas.
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Y dale con el plato de lentejas. Edu. A mi lo que me gusta es el Pollo Tropical asado a la brasa, con arroz blanco y frijoles negros. Suelo pedir yuca hervida y me abstengo de ingerir platanitos maduros por razones de colesterol...
Tambien son deliciosas las fajitas que hacen en el restaurante Chilys, de carne de res, pollo y camarones con ajies y cebollas.
Pero hoy, con gripe , le tengo asco a los alimentos y me conformo con un caldo sea de lentejas , frijol negro o chicharos.
Los emigrados cubanos, excepto unos cuantos viejitos orates, no pensamos en internarnos en ninguna manigua, pero cuando se trata de ayudar a un compatriota, amigo o familiar, en serios problemas en la isla, damos el paso al frente.
Hoy mi hijo Randy- el mismo que rueda un Lexus
2 012- me telefoneo para que le indicara como llamar a Canada. Un amigo planea venir a Florida y a el le toca recibirle y albergarlo en su casa hasta que se encamine,
Saludos,
El inagotable.
ResponderEliminarEdu. No te pierdas estos parrafos
de la novela 2666, de Roberto Bolannos:
Habla Antonio Jones sobre los comunistas en Brooklyn.
Copio:
Durante la Seguda Guerra Mundial habian sido mas de mil Despues de la guerra el numero subio a mil trescientos. Cuando empezo el Macarthismo ya solo eran setecientos y cuando termino no quedaban ni doscientos comunistas en Brooklyn.
En los annos sesenta no quedaba ni la mitad de eso, y en los setenta eran una treintena y estaban desparramados en cinco cedulas irreductibles.
A finales de los setenta solo quedaban diez. Y a principios de los ochenta solo cuatro. Durante esa decada, dos de ellos murieron de cancer y uno se dio de baja sin avisarle nada a nadie Tal vez solo se fue de viaje y murio en el camino de ida o de regreso. Lo cierto es que nunca mas aparecio,ni por el local, ni por su casa, ni por los bares de mala muerte que solia frecuentar…
Tal vez se fue a vivir con
una hija que tenia en Florida. Lo cierto es que en 1987 ya solo quedaba yo. Y aqui sigo.
?Y para que? pregunto Fate. Durante unos segundos, Antonio medito la respuesta que iba a dar. Finalmente, le miro a los ojos y dijo:
Porque alguien tiene que mantener operativa la celula
Nota
(Ja ja Ja Ja Ja)