Mi padre durante la Lucha contra Bandidos |
Por
Eduardo
Mi
padre acaba de fallecer. Se nos fue apagando, él que siempre fue una flama
poderosa, como la débil luz de un candil que agota sus últimas gotas de cera. A
mí, el mayor de sus tres hijos le tocó el duro deber de cerrar sus ojos,
siempre alegres por complicadas que fuesen las circunstancias; siempre
bondadosos aunque librara una de las tantas batallas que a lo largo de su vida
encaró por defender sus ideas. Pero la bronconeumonía que nos los quitó, no
derrotó, ni derrotará, la obra de su vida. Mi papá es uno de los tantos héroes
anónimos de esta epopeya hermosa que es la Revolución Cubana. No tendrá ninguna
referencia en los libros de textos de Historia de Cuba, pero fue un activo
participante de la vida económica, social y política de nuestro país en los últimos
50 años.
Nació
pobre, de solemnidad, como solía decirse en aquellos duros años 30 en los que
dio sus primeros pasos, en el histórico barrio matancero de La Marina. Tercer
hijo del último grupo de nueve hijos de mi abuelo, que ya poseía cinco vástagos
de otras dos mujeres, tuvo que luchar muy duro por subsistir en la república
neocolonial en que le tocó vivir su infancia y adolescencia. Trabajó de
mensajero de dulcería y de bodega, vendedor de periódicos, limpiabotas,
ayudante de albañil, y lo que apareciera. Tal y como era la costumbre entre los
pobres, nunca dejó de entregar a mi abuela, la mayor parte de lo que fuese
capaz de ganar con su trabajo.
Era
sin embargo un niño con un espíritu de superación muy grande. En la Escuela
Primaria, y la Primaria Superior, que era como se llamaba entonces a las
escuelas que hoy llamamos Secundarias Básicas, siempre alcanzó los primeros
lugares académicos. Claro está que cursó estos niveles de enseñanza siempre en
escuelas públicas. Siendo muy joven falleció su padre, obrero portuario y
militante comunista, por lo que su abuelo, veterano de la guerra de
independencia asumió la continuidad de su instrucción. En tal sentido, este
último, hizo uso de una prerrogativas que poseía como luchador por la
independencia, y que le daba el derecho de que sus familiares pudieran optar
por plazas educativas del Instituto Cívico Militar, institución similar a
nuestras actuales, Escuelas Vocacionales Militares “Camilo Cienfuegos”. En el
año 1950, mi padre ingresó en la antigua Escuela Politécnica de Matanzas,
perteneciente al Instituto Cívico Militar para graduarse tres años después, el
año del asalto al Cuartel Moncada, de Técnico en Herrería Pailería y Soldadura.
Como
graduado del Instituto Cívico Militar, el joven técnico solo podía darle
continuidad a sus estudios en instituciones militares, es decir, en la Escuela
de Cadetes de Managua o en la Academia Naval. Guiado por su sentido de clase,
por la educación marxista de su padre, y por el rechazo que como joven patriota
de aquellos años sentía por los golpistas que habían asaltado a la República,
decidió no incorporarse a los institutos de las Fuerzas Armadas. Esta decisión
trajo como consecuencia que no pudo, con un título de técnico bajo el brazo,
poder trabajar en su profesión y tener plaza fija hasta el triunfo de la
Revolución. Se ganó la vida durante los años de la dictadura como obrero
ocasional de obras públicas, estibador de sacos de azúcar de 100 libras en el
puerto de Matanzas, ayudante de cuanta profesión existe, y sobre todo como
soldador. Mi padre fue, y de ello dan fe todos sus compañeros y muchos alumnos
suyos, uno de los mejores soldadores de la ciudad de Matanzas, y quizás de la
provincia.
Pero
no todo fue trabajo y penurias en la vida de mi padre. Desde sus años
estudiantiles hasta tener casi 65 años practicó deportes, sobre todo el
atletismo en su modalidad de carreras de fondo y el voleibol. En los 11 años en
que coincidimos como profesores de la Universidad de Matanzas, tuve la dicha de
luchar varias veces con él en el mismo equipo, la medalla de oro del voleibol
de los Juegos de los Trabajadores de la Universidad de Matanzas. El equipo de
Agronomía siempre nos ganaba, hasta que un día logramos arrebatarles el triunfo
en cinco peleados sets. Mi papá fue también un magnífico bailador de todos los
ritmos cubanos. Varias veces ganó concursos de baile durante los años 50 como
representación de la Unión Matancera, sociedad cultural de negros y mulatos.
Ello quizás explica el porqué de que una de las primeras ofrendas florales que
llegaron a la funeraria el día triste de su fallecimiento fue la del Círculo de
Amigos del Danzón.
En
el año 1955, cuando ya tenía 21 años, conoció a una joven estudiante de
secundaria de solo trece años, pero con físico de cubana despampanante que
aparentaba mucha más edad de la que tenía. Esa muchacha se enamoró perdidamente
de aquel joven alto y de ancha sonrisa, y se convirtió en su compañera por los
próximos 59 años. Esa joven era y es mi madre.
Claro
está, que la diferencia de edad, y las costumbres de la época implicaron que mi
padre tuvo que concertar después de la petición de mano, y la rígida vigilancia
de mi abuela, un estricto calendario de visitas, con un horario bien
establecido de duración de las mismas, que mi papá tuvo que aceptar en función
de algún día alcanzar su meta de llevar a su novia al altar. Las salidas de los
novios eran acompañadas siempre de uno de mis tíos maternos, entonces
adolescentes, los cuales mantenían en sus funciones de chaperones, una estricta
vigilancia. Este proceso de “romper sillones” de mis progenitores a lo largo de
su noviazgo duró casi 7 años, hasta que al final se casaron a finales de 1962.
Mi
viejo fue un revolucionario de acción. Sin embargo durante la lucha
insurreccional no tuvo participación alguna en la misma. Un día me contó que
durante la dictadura no llegó a tener nunca contacto con las diferentes
organizaciones políticas que enfrentaban a la dictadura. Simpatizaba con el
Movimiento 26 de Julio, el Directorio Estudiantil “13 de marzo”, pero a pesar
de haber sido hijo de un miembro del Partido Comunista (PSP), no perteneció
nunca ni a la Juventud de ese partido. Su único encuentro con los esbirros de
la dictadura fue de manera casual, y casi le cuesta la vida.
Iba
caminando mi viejo un día por la Calle del Medio, principal arteria comercial
de Matanzas cuando tropezó con el tristemente célebre esbirro batistiano
conocido por el “Pollito”. El asesino de René Fraga Moreno lo confundió con un
revolucionario clandestino a quien perseguían, y sacando su arma reglamentaria
ya lo iba a montar en el carro patrullero, cuando un conocido abogado a quien
mi padre había servido de mensajero cuando era un niño, lo reconoció e
intercediendo por él, convenció al animal sediento de sangre a que lo dejara en
paz. A menudo pienso que esa fue la primera ocasión en que la casualidad salvó
a este redactor del hecho fortuito de venir al mundo. El segundo fue la
solución de la Crisis de Octubre, porque si hubiese tenido lugar la contienda
nuclear, varias generaciones de cubanos no hubiésemos nacido.
Cuando
al fin el pueblo cubano llegó al poder, el primero de enero de 1959, mi papá,
se sumó desde entonces y para siempre a la lucha revolucionaria. Comenzó a
trabajar como soldador e instructor de soldadura en la antigua “Fábrica de
cubos”, hoy Empresa de Conformación de Metales “Noel Fernández”. Se incorporó a
las Milicias Nacionales Revolucionarias desde su fundación. Participó como
miliciano en la Limpia del Escambray. En abril de 1961, cuando la invasión de
Playa Girón, formó parte del Segundo Escalón de unidades de milicias y el
Ejército Rebelde que se encontraban listas para repeler la agresión, pero que
no combatieron gracias a que los mercenarios al servicio del imperio
norteamericano fueron derrotados en menos de 72 horas. Posteriormente fue
seleccionado para combatir en la lucha contra bandidos en los Remates de Guane,
provincia de Pinar del Río.
Se
encontraba mi papá inmerso en la lucha contra bandidos cuando fue seleccionado
dentro del primer grupo de estudiantes cubanos que fue enviado a la entonces
Unión Soviética para estudiar. Se graduó como Maestro Perito de Soldadura y
Pailería en la Escuela de Peritaje Industrial de la ciudad de Rostov del Don.
De esa etapa de su vida conservamos una gran cantidad de fotos, porque toda su
vida fue un amante de la fotografía, y numerosos suvenires que durante mi niñez
él me iba describiendo. La maqueta del Sputnik – I, las postales de la perra
Laika, Gagarin, Popov, Valentina Tereshkova, y otros pioneros de la conquista
del cosmos. Al regresar de la Unión Soviética, se casó con mi madre y retomó su
trabajo en la Fábrica de Cubos.
En
el año 1964 se fundó el Politécnico “Ernest Thäelmann” con la colaboración de
la República Democrática Alemana y mi papá fue seleccionado para fungir como
profesor. La última actividad pública del viejo fue participar en el acto por
el 50 aniversario de esa institución educacional. Su paso de la instrucción en
la industria, a profesor de escuela politécnica fue el inicio de una fructífera
carrera como docente. Fueron los años en que trabajaba por el día y estudiaba
por las noches en la Facultad Obrera Campesina para alcanzar el grado de
Bachiller. Con posterioridad recibió diferentes cursos de superación en el Instituto
de Superación para Profesores de la Enseñanza Tecnológica (ISPET). Finalmente a
finales de la década del 70 del siglo pasado se graduó de Licenciado en
Educación en la Especialidad de Mecánica, en el entonces Instituto Pedagógico “Juan
Marinello”.
En
el inicio del experimento del Poder Popular en Matanzas en 1974 mi padre fue
electo Delegado de Circunscripción en el actual Consejo Popular Pueblo Nuevo
(cargo equivalente a Concejal en otros países latinoamericanos). En las
primeras elecciones efectuadas para la constitución de los poderes populares en
toda Cuba en el año 1976, volvió a ser electo y se mantuvo como Delegado y
servidor de los miembros de su comunidad por más de 24 años, hasta que en las
lecciones de 1998 pidió la liberación de la Asamblea Municipal de Matanzas. En
todos esos años, como debe ser, se entregó en cuerpo y alma a solucionar los
múltiples problemas que a diario se le presentaban a los moradores de su
comunidad, sin recibir a cambio otra remuneración que no fuese la satisfacción
del cumplimiento de su deber, y el reconocimiento de sus electores.
Mi
padre dedicó a la enseñanza politécnica un total de 22 años durante los cuáles
tomó parte en la formación de miles de obreros calificados y técnicos medios en
la Especialidad de Soldadura. Durante esos años fue Jefe de Cátedra y
Secretario del Partido Comunista de Cuba en la Escuela. En su calidad de
Secretario General del Partido fue invitado a la antigua RDA en el año 1976.
Finalmente, en el inicio del curso 1986 – 1987 ingresó como profesor en el
Departamento de Ingeniería Mecánica de la Universidad de Matanzas, donde laboró
hasta el curso 1996 -1997 después del cual y con solo 62 años se acogió a la
jubilación. En su decisión pesó fuertemente el hecho de que la nueva
universidad, sobre todo con el inicio de la revolución en el campo de las
entonces novedosas tecnologías de la informatización y la adquisición de Grados
Científicos, necesitaba de sus profesores exigencias superiores en cuanto a
superación, y él se sintió ya viejo para sentarse nuevamente en las aulas o
comenzar una investigación científica.
Otra
razón de peso lo constituyó el hecho de que la crisis provocada en Cuba con la
caída del campo socialista, y la necesidad de buscar recursos urgentes para el
sustento de su familia, lo hizo retomar su oficio del soldador, lo que le
permitió sobrevivir esa dura etapa de la vida del país. Trabajó durante esos
años tan duro como lo hizo en su juventud. Pero a su familia no le faltó,
gracias a su empeño, los principales elementos que sustentan una vida digna y
productiva. Pero por encima de cualquier otra consideración mi papá nunca
renunció al ideal revolucionario. Siguió siendo el miliciano, el Presidente del
Comité de Defensa de la Revolución
de la cuadra, el miembro desde su fundación de la Asociación de Combatientes de
la Revolución Cubana, y el militante del Partido hasta el último de sus días.
A
pesar de todo lo que he reflejado hasta aquí, nunca dejó de estar presente en
la vida de sus hijos. Me enseñó a nadar, a montar bicicleta, a jugar pelota, a
escalar montes y explorar cuevas. Siempre que en mi vida he tenido una
encrucijada me pregunto, que haría el viejo en mi lugar, y en consecuencia
cuando como él he optado por aferrarme a mis principios, he quedado siempre sin
deudas con mi conciencia. No solo fue el mejor padre del mundo para mí y mis
hermanos, sino el mejor abuelo, el mejor amigo y uno de los mejores hombres que
he conocido. En su despedida de duelo, un viejo compañero de luchas expresó que
la mejor obra de mi papá fue haber creado una familia de revolucionarios y que
su mayor virtud fue lograrlo desde su honestidad y su ejemplo.
Hace
unos dos años me dijo un día: - Mijito, yo necesito sentarme a hablar con
ustedes para transmitirles mis experiencias de vida, porque ya estoy en “plan
retirada”. Yo, que como todo hijo amante de su padre no concibe que algún día
este no estará para acompañarle le respondí: - Viejo, de que tú hablas, si te
has pasado la vida transmitiéndonos tu vida; y después para tranquilizarlo le
dije: - No te preocupes, yo hablaré con mis hermanos y lo haremos algún día.
Nunca lo hicimos, cuando hubiese sido tan sencillo coger un celular y grabar su
querida voz. Por eso, me he propuesto dejar registrada su historia para que sus
nietos no olviden nunca al patriarca del cual descienden. Este trabajo sería un
primer acercamiento a su vida. Anécdotas tengo muchísimas, y como soy optimista,
y eso también lo aprendí del viejo, creo tener todavía algún tiempo para andar
por este mundo, y una deuda infinita con mi padre.
Un
amigo me transmitió en estos días duros que él continuará viviendo a través de sus
hijos. Para que el siga vivo en nosotros deberemos entregarnos cada día más a
la defensa de los ideales por los que combatió toda su vida. Gracias por todo
Papá.
Comenta Edu:
ResponderEliminarMi papá es uno de los tantos héroes anónimos de esta epopeya hermosa que es la Revolución Cubana.
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Un individuo, y un padre, segun narras, admirable.
Paso. No voy caer en el mal gusto de arruinar tu fenomenal y emotivo destimonio, Edu, en controversias politicas.
Espero que alguno de mis hijos, a mi partida, que no debe ser muy lejana, tenga una opinion semejante de mi, como lo que acabo de leer con un nudo en la garganta.
Que en paz descance el sennor.
Gracias compatriota
EliminarEduardo, siento mucho que su padre acaba de fallecer, estoy seguro que tu viejo fue un gran papá , mis respetos y condolencias a Ud. y su familia. Antonio Tang Baez
ResponderEliminarGracias Antonio, yo creo como casi todos los hijos que tuvieron el privilegio de tener un padre que los educó desde el amor y el respeto, que mi papá fue el mejor hombre del mundo y el mejor padre que he conocido. Un saludo
EliminarDuele que se muera un ser querido, siempre preferible que se mueran primero los mas viejos cuya
Eliminardespedida era mas probable y a veces esperada.
Medio en broma, medio en serio, le digo a mi mujer que si me muero agarre el dinero del seguro y que trate de casarse rapido, antes de que se ponga muy mala.
Mi madre ya a sus 80 debe estar al despedirse. Eso va a ser sumamente doloroso, pero hay que consolarse y seguir en la lucha.
Lo que mas le agradezco no son sus atenciones hacia mi persona, sino la manera como me ensenno a considerar los intereses de los demas. invividuos.
Me llene de orgullo cuando la vi compartir la comida que consiguio durante el periodo especial con la hija de una vecina y repartir sus medicinas entre los ancianos del barrio
Mi hermano desaparecido, hace unos dias se me aparecio en uennos y me dijo literalmente que me olvidara de el, que esono tenia remedio.
A mis recriminaciones de que se habia ido de improviso, sin despedirse siquiera, admitio que le hubiera gustado durar unos 20 annos mas ensenando matematicas, pero "Imaginate! dijo en esta potencia medica de m.....(ultimamente se la pasaba dspotricando del regimen) no me diagnosticaron el enfisema.
(En realidad tenia bloqueada las arterias y habia sufrido un paro sin siquiera dares cuenta)
-Tenia la ilusion - me dijo - de poner junto a mis amigos una academia.
-Lo se- Me querias involucrar en esa Aventura, Full internet incluido para que los muchachos vieran porno.- le respondi mientras lemostraba en la pantalla de mi laptop unas imagines interesantes.
-Ni porno ni politica. Nos hubieran hecho talco.Para objeticos purramente academicos- replico- No esta mal esa rubia pero no hay nada mejor qie una ecuacion trigonometrica.