El Che brilla con luz propia.

Fidel y el Che

 Por Eduardo

Irene:

Lo que ese señor Walfrido Mosqueda no dice es que los fusilamientos que se realizaban en la fortaleza de la Cabaña durante el año 1959, período en que el Che era el Comandante de la Plaza, se ejecutaban después de haber sido condenado los reos por Tribunales Revolucionarios, donde no hubo ni uno solo de aquellos asesinos que no tuviera todas las garantías que ellos no le dieron a sus víctimas. Estos pobres infelices han llegado a expresar sin prueba alguna, porque en estos tiempos parece ser que la mentira no es mentira si la dicen los reaccionarios, que el Che era el ejecutor personal de los ajusticiamientos. Pero como dice la canción de Pablo Milanés, “lo que brilla con luz propia, nadie lo puede apagar, su brillo puede alcanzar la oscuridad de otras costas”.

Esa imagen del cadáver del Che, y que este señor quiere mostrar en tono de burla, es la misma a la que los campesinos bolivianos le piden milagros, y que por su similitud con las imágenes del redentor al bajar de la cruz, identifican con San Ernesto de la Higuera. Triste infeliz que no tiene un solo líder entre sus cofrades de la mafia anticubana que exponer al mundo, porque los que no son terroristas confesos, son corruptos que con el dinero de la industria anticubana han construido sus fortunas a partir del sufrimiento del pueblo cubano. 

Yo te puedo poner solo un ejemplo como botón de muestra de los fusilados al triunfo de la Revolución, el sargento Orlando Vigoa, alumno predilecto del Coronel Jacinto Menocal, tristemente conocido como “El Chacal de Bauta”. Pues ese engendro de la naturaleza, con solo 21 años cumplidos, privó de la vida con sus propias manos a ciento ocho (108) cubanos. Te posteo una foto de ese asesino. O los tristemente célebres Tigres, cuyo jefe, el Senador batistiano y traidor a las ideas socialistas Rolando Masferrer, cuyo capo en la antigua provincia de Oriente, Necolardes, daba a su hijo los cráneos de sus víctimas para que posara sonriente ante la cámara fotográfica, razón por la cual ese testimonio gráfico se la infamia se conserva. 

O el caso de Coronel Pilar García, cuyo lema era: - No quiero prisioneros M, M, M (maten, maten, maten), y su asesino hijo Irenaldo García Báez. Cuando triunfó la Revolución, la dictadura de Batista le había costado a este país más de 20000 muertos, cifra que ahora la Derecha batistiana de Miami quiere desconocer, pero que fue publicada con los nombres y apellidos de las víctimas en la Edición de la Libertad de la Revista Bohemia, apenas unas horas de haberse alcanzado el triunfo de las armas de la Revolución. En esa misma revista, de la cual guardo un ejemplar para mí muy valioso, aparece un artículo denominado la Galería del Horror donde se muestran las fotos con reseñas biográficas de los más grandes asesinos de Batista como Esteban Ventura Novo, los hermanos Salas Cañizares, Orlando Piedra, Martín Lutgardo Pérez (el padre de la facistoide Ninoska Pérez), y otros más.

El pueblo le pedía a gritos a la Revolución justicia, y la tuvo. Entre los enjuiciados no hubo un solo torturado, no hubo un solo arrastrado por las calles, ni nadie que no fuese llevado a juicio. Esa es la verdad, que los gusanos se empeñan en esconder. Tengo videos de lo que les hicieron los filipinos y los parisienses a los colaboradores con los japoneses y los nazis respectivamente después de la liberación de sus capitales y te aseguro que nada tuvo que ver con la ética mantenida por la Revolución en la aplicación de las condenas a los asesinos del batistato. El pueblo de Cuba se libró de la vergüenza que pasa en otros países latinoamericanos donde las leyes de “Punto final” y “obediencia debida” obligan a sentarse en un mismo restaurante a los torturadores y represores con sus víctimas. 

Los contrarrevolucionarios tratan de empañar la imagen del Che con sus falacias, pero su figura trasciende los límites de su existencia física y de sus detractores. Y a este nematelminto, el señor Walfrido Mosqueda, quizás no lo recuerde ni siquiera su propia familia, por tanto no vale la pena ni siquiera gastar balas en él, porque como repetía el Comandante Chávez, recordando un refrán del llano venezolano “el águila no caza moscas”.