Algunas maduras reflexiones.

 Por Eduardo

Anónimo:

Yo tengo más de 50 años, y he vivido personalmente la traición de muchos y el reblandecimiento de no pocos. Y si reafirmo mi condición de comunista, no es porque me crea el mejor de los revolucionarios, sino porque sencillamente los seguidores de Marx, Engels y Lenin, que históricamente han sido perseguidos, denigrados, torturados y desaparecidos por cuanta dictadura se enseñoreó durante mi niñez por estas tierras nuestras, tenemos tanto derecho a decir nuestras verdades como los supuestos defensores de la democracia occidental.

Cuando yo era un joven profesor universitario surgió la Perestroika en la URSS, y muchos comenzaron a hablar dentro de las filas de la UJC, de la glaznot, de la democracia representativa, de la socialdemocracia, etc (lo primero que hicieron los partidos de Europa del Este fue cambiar sus nombres de Comunistas a Socialistas, para después desaparecer). El final de todos los antiguos militantes conocidos como los “perestroikos”, fue engrosar las filas de la contrarrevolución. Hoy el 90% de los que conocí, viven en Miami y son abiertos partidarios del bloqueo a Cuba.

En la URSS, con el pretexto de la glaznot (transparencia), los comunistas dieron espacio en sus medios de prensa a la reacción, y al final terminaron perdiéndolos. Fueron despedidos de los mismos, los defensores del socialismo, al punto de que cuando cayó la URSS, ya nada en Izvestia, o Pravda tenía nada que ver con la defensa de los ideales comunistas. Entonces, para mi decir que soy comunista no significa creerme el centro del mundo, sino una declaración de principios.

Por las fotos imagino que naciste a finales de los ochenta y principio de los noventa, cuando ya yo iba entrando en la treintena de mi existencia. Yo escribo las cosas desde la óptica de un hombre de 50 años, que estuvo becado en la década del 70 y que durante 6 años compartió una vida de estudiante y trabajador agrícola, lo que nos hace una generación de cubanos que cuando hay que trabajar duro lo hacemos sin mucho problema.

Cuando era niño, Cuba todo los días se levantaba con la noticia de una bomba que explotó, de una banda de alzados que mató a los niños Fermín y Yolanda, o que a Bienvenido Mauriz Díaz, humilde pescador matancero lo mataron los asesinos de Alpha 66 que atacaron con fiereza su barco de ferrocemento. Cuando estaba en 7mo grado, el Director de mi escuela, nos llamó a todos a un rincón del pasillo central y con lágrimas en los ojos nos dijo que en Barbados la CIA nos había tumbado un avión.

Cuando en los años 80, después de la invasión a Granada, el presidente Reagan ya estaba dispuesto para atacarnos, mis Brigadas Estudiantiles de Trabajo fueron en la zona de Cantel, haciendo refugios para tanques en el diente de perro. Y como si fuera poco, mi generación tuvo que soportar el enorme impacto ideológico, económico y social que constituyó el período especial. No se cambia a los 50 años a un comunista nacido en los 60, si era un revolucionario verdadero. Si se cambia, es que nuca lo fue.

Un amigo poeta de esos que Matanzas pare todos los días, me dijo un día en que compartíamos una tertulia, que aunque el acto de escribir es un parto enteramente personal, el escritor al publicar adquiere una responsabilidad con lo que escribe, y cuando a mí me hablan de la censura y la autocensura siempre pongo delante un pensamiento martiano que aparece en el primer número de Patria:

"Una es la prensa, y mayor su libertad, cuando en la república segura se contiende, sin más escudo que ella, por defender las libertades de los que las invocan para violarlas, de los que hacen de ellas mercancía, y de los que las persiguen como enemigas de sus privilegios y de su autoridad. Pero la prensa es otra cuando se tiene enfrente el enemigo. Entonces, en voz baja se pasa la señal. Lo que el enemigo ha de oír, no es más que la voz de ataque. (...)"

Entonces los que debemos defender la Revolución, y yo siempre tengo presente esto cuando escribo para defender este pequeño país en Internet, al que le sobran detractores en el mundo, sobre todo teniendo en cuenta de que si cualquier desaguisado que cometa podría servirle de pie de apoyo a un adversario, sencillamente no lo escribo. Yo respeto tu óptica, pero pienso de esa manera, y lo que te puedo asegurar que nunca he manchado mi honra, ni mi nombre con una acción indigna de mi condición de hombre, cubano y revolucionario.

Yo critico mucho, en el seno del Partido, en la reunión del Comité, en la Rendición de Cuentas de la Circunscripción, y rompo lanzas como el Quijote, sin medir el tamaño y la fuerza de las aspas de los molinos de viento, pero mi combatividad la despliego en Cuba, en los espacios que mi país me da para defender nuestro proyecto social, que a veces no son los más efectivos, pero tienen la grandeza de ser los más auténticos, porque nacieron de nuestras virtudes y defectos como pueblo, no nos los impuso nadie.

Que te quiero decir, que hay un Eduardo para Internet, que no les ofrece a los imperialistas ni tantico así como nos enseñaba el Che, y otro para los espacios en que convive este cubano. De cualquier manera yo no te respeto menos por pensar diferente a mí, solo creo que esta vez estás equivocado en el actuar, pero como cualquiera se equivoca, y yo sí no soy Dios, acepto tu invitación al debate en caso de coincidencia.