Autor: Granma | internet@granma.cu
13 de octubre de 2021 00:10:13
La dignidad, la resistencia y la unidad son nuestras fuerzas más poderosas frente a la deshonrosa y canalla acción anexionista que sirve al enemigo histórico de la nación cubana en su plan de fracturarnos y dividirnos para vencernos.
Tras duros meses de pandemia, de impactante crisis económica mundial, de recrudecido y sostenido bloqueo -que han golpeado ostensiblemente a nuestro pueblo-, Cuba comienza a reanimar su vida social, los espacios y servicios públicos, las escuelas, el turismo y otros sectores de la economía.
Somos ya el país de las Américas con el más alto porcentaje
de la población con al menos una dosis administrada de las vacunas contra la
COVID-19, el de mayor velocidad de vacunación diaria en el mundo y el único que
ha podido desarrollar una campaña masiva en los niños desde los dos años de
edad; todo ello ha sido posible por la capacidad del país de producir sus
propias vacunas, como fruto de la política científica trazada e impulsada por
Fidel y el talento de hombres y mujeres forjados por la Revolución.
Nos vamos levantando con nuestras propias fuerzas, con el
espíritu indoblegable, la dignidad y la capacidad de resistencia de nuestro
pueblo, con la serena y firme conducción de la dirección del país, con el
espíritu de victoria y la creatividad que se ha cultivado en medio de tantos
años de duras batallas.
Quienes han apostado al fracaso del Socialismo en Cuba y
vieron en el 11 de julio el golpe definitivo a la Revolución, andan frustrados
y apurados en sus planes. Pretenden impedir toda posibilidad de bienestar,
desarrollo individual y colectivo, tranquilidad ciudadana y paz en nuestra
Patria.
Promueven por ello diversas acciones desestabilizadoras en
el país, para provocar el incidente que desemboque en el estallido social que
propicie la anhelada intervención militar, la cual piden vociferantes en Miami
y hasta frente a la misma Casa Blanca.
Ni 62 años de bloqueo ni sus 243 medidas adicionales han
podido ni podrán derribarnos, por eso el intento reiterado de “golpe suave”. Es
parte de la guerra no convencional que nos aplican con intensidad. Golpear
sobre el golpe.
En el Informe Central al 8vo. Congreso del Partido, el
General de Ejército Raúl Castro Ruz alertaba:
“Se ha redoblado el programa de subversión e influencia
ideológica y cultural dirigido a desprestigiar el modelo socialista de
desarrollo y presentándonos como única alternativa la restauración capitalista.
“El componente subversivo de la política estadounidense
hacia Cuba se enfoca en el resquebrajamiento de la unidad nacional. En ese
sentido, se da prioridad a las acciones dirigidas a los jóvenes, mujeres y
académicos, al sector artístico e intelectual, los periodistas, deportistas,
personas de la diversidad sexual y las religiones. Se manipulan asuntos de
interés para grupos específicos vinculados con la protección de animales, el
medio ambiente, o manifestaciones artísticas y culturales, todo ello dirigido a
desconocer a las instituciones existentes.
“No han dejado de financiarse las acciones de agresión con
el uso de las estaciones de radio y televisión asentadas en los Estados Unidos,
al tiempo que crece el respaldo monetario para el desarrollo de plataformas de
generación de contenidos ideológicos que llaman abiertamente a derrotar la
Revolución, lanzan convocatorias para la realización de manifestaciones en
espacios públicos, se incita a la ejecución de sabotajes y actos terroristas,
incluyendo el asesinato de agentes del orden público y representantes del poder
revolucionario. Sin el más mínimo pudor declaran las tarifas que se pagan desde
los Estados Unidos a los ejecutores de estas acciones criminales.
“No olvidemos que el gobierno de los Estados Unidos creó el
“Grupo de Trabajo de Internet para Cuba” que aspira a que las redes sociales se
conviertan en canales de subversión, creación de redes inalámbricas fuera del
control estatal y la realización de ataques cibernéticos a infraestructuras
críticas.
[…]
“La mentira, la manipulación y la propagación de noticias falsas
ya no conocen límite alguno. Mediante ellas se conforma y se divulga a los
cuatro vientos una imagen virtual de Cuba como una sociedad moribunda y sin
futuro, a punto de colapsar y dar paso al tan anhelado estallido social.”
Sectores de la contrarrevolución tradicional y nuevos
personajes, educados en los cursos de liderazgo que financian fundaciones
norteamericanas o el presupuesto federal de Estados Unidos, se han concertado
para intentar cumplir tales propósitos. Carecen de base social en el país, pero
sí están debidamente instruidos, financiados y apoyados desde el exterior.
El imperio pone dinero y expectativas en los anexionistas
formados por ellos, quienes bajo la falsa bandera del pacifismo buscan provocar
nuevos disturbios, generar caos e inducir la desestabilización del país.
En las últimas semanas, hicieron públicas sus intenciones de
realizar en noviembre una marcha, supuestamente pacífica, concebida para
ocurrir simultáneamente en varias ciudades del país. Sus propósitos declarados
y su esquema organizativo develan una provocación articulada como parte de la
estrategia de “cambio de régimen” para Cuba, ensayada antes en otros países.
Escogen fechas con determinado simbolismo... Pero esta vez
parece que también quisieron exhibir su talla de anexionistas. ¿Querían
celebrarle el cumpleaños al presidente Biden con un ataque a la Revolución que
tanto ha molestado a las administraciones imperiales desde hace 62 años? Se
quedaron con las ganas.
Uno de sus promotores ha sido formado en cursos auspiciados
por la fundación derechista argentina CADAL, universidades estadounidenses y
tanques pensantes como el Fondo Carniege para la Paz Internacional (dirigido
hasta hace poco por el actual director de la CIA, William J. Burns). Entre los
temas de su adoctrinamiento han estado la formación de líderes, confrontación
contra las estructuras de gobierno, las dinámicas de movilización, y el papel
de las Fuerzas Armadas en la “transición democrática”.
El pasado 11 de julio fue el organizador de un intento de
toma del ICRT, cumpliendo la instrucción 167 del Taller de Acción no Violenta
que indica: “Ataques” no violentos: invasiones: se comienza con una marcha y se
toma posesión pacífica de un lugar o un inmueble.
Más recientemente se ha sumado a un proyecto subversivo con
ropaje académico, en el que comparte asiento en su Consejo Deliberativo con el
terrorista Orlando Gutiérrez Boronat.
Le acompañan entre los convocantes a la manifestación de
noviembre, cabecillas contrarrevolucionarios del llamado Consejo para la
Transición Democrática de Cuba, una plataforma que se articula en función del
golpe anticonstitucional en el país, y quienes han reconocido abiertamente
recibir financiamiento de la National Endowment for Democracy (NED), una
tapadera del gobierno estadounidense.
Apenas se anunció por sus organizadores, la marcha recibió
apoyo público y notorio de legisladores estadounidenses, operadores políticos
de la mafia anticubana y medios de comunicación que alientan acciones contra la
Revolución.
Tuits, declaraciones, Asambleas de la Resistencia y otras
frenéticas acciones llenan estos días de Miami, como si la manifestación fuera
a desarrollarse en esa ciudad. Cambio de régimen, derrocamiento del gobierno e
intervención militar vuelve a ser la narrativa imperante en el sur de la
Florida.
Entre los más fervientes partidarios de la provocación están
los congresistas Marco Rubio, Mario Díaz-Balart y María Elvira Salazar; el
terrorista reconvertido Gutiérrez Boronat (quien ha declarado su apoyo a esta
acción “para derrocar al régimen”), la Fundación Nacional Cubano Americana y la
recua mercenaria de la Brigada 2506, cuyo presidente de turno declaró en Miami
que “Con estos pasos se fomentará una explosión dentro de Cuba para que de
nuevo nuestros hermanos tomen las calles y esto nos lleve al derrumbe de un
régimen...”
Como denunció el medio estadounidense MintPressNews, muchos
de los operadores de la campaña en redes sociales digitales en apoyo a la
manifestación son residentes en la Florida y otros estados norteamericanos. “La
participación de ciudadanos extranjeros en los asuntos internos de Cuba está en
un nivel que difícilmente se pueda concebir en los Estados Unidos”, dice la
publicación.
El involucramiento directo del gobierno de los Estados
Unidos en la farsa contrarrevolucionaria es también explícito y provocador. No
se ha tomado el cuidado de ocultarlo y nadie puede hacerlo con honestidad.
Altos funcionarios gubernamentales participan directamente en su promoción y,
con el apoyo de los servicios especiales, en su organización. Instrumento
importante, aunque no el único, es la embajada estadounidense en Cuba, cuyas
declaraciones públicas suelen incluir intromisiones flagrantes en los asuntos
internos de la nación.
Esa oficina, fruto de los acuerdos bilaterales suscritos en
2015 para formalizar relaciones diplomáticas entre los dos países, no cumple
desde hace años oficio diplomático alguno. Ni siquiera sirve para la prestación
de servicios migratorios y consulares que reclaman y de los que dependen los
ciudadanos de ambos países.
Sus funcionarios, incluyendo el Encargado de Negocios, se ven
obligados al indigno papel de niñeros de los exponentes contrarrevolucionarios
y provocadores en nuestro país, con la tarea ingrata de caerles atrás,
proveerles respaldo logístico y material, así como consejos y orientaciones.
Todo es conocido y está documentado. La propia actividad en las redes digitales
de la embajada facilita evidencias de lo que va ocurriendo y a qué se dedica la
contrarrevolución.
Ese comportamiento está en total contravención del Derecho
Internacional y en particular de la Convención de Viena sobre Relaciones
Diplomáticas.
Con tales patrocinadores y declarados propósitos, es muy
difícil presumir de civismo y pacifismo en la acción convocada para noviembre.
Mucho menos de intenciones legítimas y soberanas.
Lo que está en juego aquí, y a nadie debe caberle dudas, es
el derecho de Cuba a defenderse de la agresión extranjera, con independencia
del disfraz que esta tome.
Los organizadores intentan arroparse en la Constitución para
legitimar la provocación. Usan preceptos constitucionales para defender
estrategias anticonstitucionales. Aducen el derecho a la manifestación
expresado en la Carta Magna, pero olvidan aviesamente que esa propia
Constitución, en su Artículo 45, señala que los derechos de las personas están
limitados, entre otros, por el respeto a esta norma suprema: “El ejercicio de
los derechos de las personas solo está limitado por los derechos de los demás,
la seguridad colectiva, el bienestar general, el respeto al orden público, a la
Constitución y a las leyes”.
Esa Carta Magna, aprobada en referendo hace apenas tres años
por el 86.85 % de los votantes, define claramente en su Artículo 4 que: “El
sistema socialista que refrenda esta Constitución, es irrevocable”. Y en su
artículo 229 también establece que “En ningún caso resultan reformables los
pronunciamientos sobre la irrevocabilidad del sistema socialista establecido en
el Artículo 4, y la prohibición de negociar bajo las circunstancias previstas
en el inciso a) del Artículo 16”.
Está claro que ni ahora ni en el futuro el derecho a la
manifestación puede utilizarse para subvertir el sistema político, para
derrocar el proyecto socialista cubano o para establecer alianzas con grupos y
organizaciones que reciben financiamiento exterior con el objetivo de promover
los intereses del gobierno de los Estados Unidos y otras potencias extranjeras.
No existe en nuestro país el derecho a obrar a favor de los
intereses de una potencia extranjera y a poner en riesgo la estabilidad
ciudadana. Es anticonstitucional, ilegítimo, inmoral, adscribirse a un proyecto
anexionista. Lo dicen nuestras leyes y lo dice nuestra historia.
Así lo advirtió nuestro Héroe Nacional José Martí: “Sobre nuestra
tierra hay otro plan más tenebroso que lo que hasta ahora conocemos, y es el
inicuo de forzar a la Isla, de precipitarla a la guerra para tener pretexto de
intervenir en ella, y con el crédito de mediador y de garantizador, quedarse
con ella. (…) ¿Morir, para dar pie en qué levantarse a estas gentes que nos
empujan a la muerte para su beneficio? Valen más nuestras vidas, y es necesario
que la Isla sepa a tiempo esto. ¡Y hay cubanos, cubanos, que sirven, con
alardes disimulados de patriotismo, estos intereses!”
Basta de mentiras y manipulaciones groseras de los hechos.
Nadie va a ser aplastado por tanques en las calles como han difundido los
voceros de la próxima provocación. El ejercicio Moncada es parte de los
entrenamientos que hacemos constantemente en la preparación para la defensa.
Ante provocaciones como esta, nos asiste el más legítimo acto en defensa del
pueblo y de sus conquistas.
La dignidad, la resistencia y la unidad son nuestras fuerzas
más poderosas frente a la deshonrosa y canalla acción anexionista que sirve al
enemigo histórico de la nación cubana en su plan de fracturarnos y dividirnos
para vencernos.
No han podido y no podrán. La razón es nuestro escudo.
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