Francisco Vicente Aguilera |
Por Eduardo
«Nada tengo mientras no tenga patria». Respuesta de Francisco Vicente Aguilera cuando se le consultó sobre la decisión de quemar la ciudad de Bayamo, y las propiedades que en ella tenía.
«Nada tengo mientras no tenga patria». Respuesta de Francisco Vicente Aguilera cuando se le consultó sobre la decisión de quemar la ciudad de Bayamo, y las propiedades que en ella tenía.
Ayer 23 de junio, el pueblo de la Ciudad Monumento, nuestra Bayamo, rindió tributo a uno de sus más ilustres hijos, el patriota sin par Francisco Vicente Aguilera, en el 190 aniversario de su natalicio. La primera ocasión que escuché su nombre tenía solo 8 años. Mi maestra Bertica nos instruía, con el amor que siempre ponía en ese empeño, en la historia de nuestra Patria. El devenir histórico de la nación cubana se transmitía por aquellos ya lejanos años de la década del 60 del siglo XX, mediante una asignatura denominada “La Vida de mi Patria”, y que en mi criterio personal debiera retomarse nuevamente con el concepto pedagógico que entonces tenía. Cada lección consistía en la lectura de una pequeña historieta que relataba la vida de algún patriota, o describía algún suceso importante de las diversas etapas de la lucha por la soberanía nacional.
El día que correspondió a la vida
de Pancho Aguilera, nunca olvidaré que la maestra expresó. – Niños, si a alguno
de ustedes algún día alguien les ofreciera dinero por traicionar a su Patria,
recuerden siempre el nombre y la vida de este patriota, que fue un día, el
hombre más rico de Cuba, y renunció a todo su capital por marchar a la manigua
a pelear por la libertad de la nación.
Ya de adulto me preocupé por
saber cuanto de cierto había en esta afirmación y conocí que la leyenda popular
refería que; la cantidad de tierras que poseía Pancho Aguilera era tan inmensa,
que si él las hubiese atravesado caminando en toda su magnitud a partir de su
niñez, al salir por el extremo ya sería un hombre adulto. Esto pudiera parecer
una exageración, pero el hecho cierto es que la historiografía cubana recoge
que sus propiedades incluían más de tres millones de escudos y unas 10 000
caballerías, además de centenares de esclavos. Poseía también varios comercios
entre Bayamo y Manzanillo: muchas casas, miles de cabezas de ganado, centenares
de caballos de diversas razas, panaderías y confiterías así como otras
propiedades distribuidas por el territorio de las actuales provincias de Granma
y Las Tunas.
En el libro “Francisco Vicente
Aguilera. Proyecto modernizador en el valle del Cauto” del investigador bayamés
Ludían Fonseca, se asegura que el patriota poseía en realidad unos 2 700 000
pesos y 4 136,50 caballerías entre fincas, potreros, ingenios azucareros, un
cafetal, haciendas y otras extensiones de tierra. A la luz de los tiempos
actuales, sería útil calcular la equivalencia del valor de la fortuna de
Aguilera en su totalidad. Las reservas monetarias que se le registran al
patriota en pesos fuertes españoles de aquella época, acorde a las cotizaciones
actuales de la plata empleada en la fabricación de esas piezas monetarias,
equivaldrían actualmente a 85 991 625.00 dólares estadounidenses.
Aguilera no fue nunca un hombre
rico que se dedicó a vivir entre lujos y banalidades. El patricio puso su
fortuna en función de modernizar toda la región del Valle del Cauto. Para ello
contribuyó a financiar estudios para la construcción de una línea de
ferrocarril entre Bayamo y Santiago de Cuba. De su peculio financió asimismo la
publicación del periódico El Boletín de Bayamo.
Después del alzamiento del 10 de
octubre de 1868, su estatura moral se acrecienta enormemente. Los que conocen
la historia de Cuba saben; que el eje de la conspiración independentista partió
de la Logia Masónica
“El Gran Oriente de Cuba y las Antillas”, de la cual era Venerable Maestro
precisamente Francisco Vicente Aguilera. Este hecho lo convierte en el fundador
de la primera Junta Revolucionaria de Oriente, creada en agosto de 1867. Un año
después los conspiradores revolucionarios de esta región de Cuba lo reconocen
como el jefe máximo del movimiento que se gestaba. Sin embargo, el patriota era
del criterio de que se debía esperar a reunir la mayor cantidad de pertrechos
de guerra para iniciar la lucha. Esta concepción se contraponía con la del
abogado bayamés Carlos Manuel de Céspedes, que planteaba que las armas que
necesitaban eran las mismas que portaban los soldados españoles, y que lo que
se necesitaba era dar comienzo a la insurrección.
Cuando el 10 de octubre de 1868,
Céspedes, se levanta en armas contra el colonialismo español, y comienza a
transformarse en “El Padre de la
Patria”, Pancho Aguilera, en un gesto lleno de enorme
desinterés, modestia y sobre todo patriotismo, reconoce el liderazgo de Carlos
Manuel, y se dispone a seguirlo como un soldado más de la Revolución. Aquel
cuyo padre le había encargado en su testamento que luchara por la obtención de
un Título de Nobleza, no desea para sí otro título que el de Ciudadano, y se
entrega por completo a la causa de la Patria.
Relata el investigador Raúl
Rodríguez La O que
“Desde su hacienda en Cabaniguán, en Las Tunas. Con una tropa compuesta por sus
mayorales, empleados y esclavos, a los cuales les había concedido la libertad,
marchó con rumbo hacia Bayamo, con el objetivo de reforzar a los cubanos en el
ataque a esa ciudad, el 18 de octubre”. Por sus méritos se le reconoce con el
grado de Mayor General. En el aparato de la República de Cuba en
Armas ocupa los cargos de Lugarteniente General de Oriente, Secretario de
Guerra y Vicepresidente. En su calidad de Vicepresidente de la Nación partió a Estados Unidos en 1871, país en el
debía de zanjar las diferencias inexplicables entre dos facciones de emigrados
cubanos que decían apoyar la
Revolución, y que se entorpecían mutuamente en la importante
labor de enviar expediciones de refuerzo hacia la isla; los Aldamistas y los
Quesadistas.
Cuando se le informa que debido a
la injusta y desgraciada destitución de Céspedes, debía asumir la Presidencia, decide no
regresar con las manos vacías, sino llevar una expedición armada hacia Cuba. En
1875 partió hacia la isla encabezando la expedición del vapor Charles Miller,
pero dificultades en la travesía hicieron fracasar el viaje retornando el barco
a Nueva York. Por esos días escribió: “Estos yanquis son la personificación del
egoísmo. Este es hoy por hoy el concepto y las esperanzas que me inspiran”. Pero
como no era de la raza de hombres que se amilanan, en 1876 trató de embarcarse
en una expedición en el vapor Anna, pero nuevamente los obstáculos le hicieron desistir
de sus propósitos. Solo le quedaban unos pocos meses de vida. Fallecería en
Nueva York el 22 de febrero de 1877, víctima de un cáncer en la laringe.
Quien había sido dueño de hombres
y haciendas murió pobre y casi congelado por el frío del norte, con los zapatos
agujereados y frustración en el alma por no poder retornar. En 1910 sus restos
mortales regresaron a la nación que ayudó a fundar. En 1958, el pueblo de
Bayamo le consagró el complejo monumentario “Retablo de los Héroes”, donde
descansan sus restos, y los de otros patriotas del Bayamo heroico.
De él dijo otro gran patriota, el
egregio Manuel Sanguily: “No sé que haya vida superior a la suya, ni hombre
alguno que haya depositado en los cimientos de su país y en su nación mayor
suma de energía moral, más sustancia propia, más privaciones de su familia
adorada ni más afanes ni tormentos del alma”. Por su parte, nuestro Apóstol
José Martí, en el periódico Patria, del 16 de abril de 1892, lo calificó como
“el millonario heroico, el caballero intachable, el padre de la república”.
En estos tiempos de campañas
mediáticas y mercenarios que por menos de un plato de lentejas, trabajan al
servicio del imperialismo yanqui por derrocar a nuestra Revolución Socialista.
Donde algunos malos cubanos han hecho de la traición y la infamia un modo de
vida, en función de instaurar nuevamente en “la tierra más bella que ojos
humanos viesen” el capitalismo salvaje; la vida y la obra de Francisco Vicente
Aguilera, quien todo lo entregó a la lucha por la emancipación de todos los nacidos en este suelo, es una bofetada moral dirigida al rostro de los nuevos fariseos al
servicio de la nueva Roma.
Como descendiente de este gran hombre, debo decir que me ha gustado mucho este artículo, desprende reconocimiento a una vida entregada a la causa independentista, amor hacia una patria, y esperanza, sí, esperanza en que un lugar mejor es posible.
ResponderEliminarGracias por compartir su sentir en la red.
Eduardo, sería posible contactar con usted por mail, por favor?
Hola podemos contactar con usted, nosotros tambien somos descendientes de el somos los nietos de su nieta si puedes contactar cn usted aqui te dejo mi mail: kegaman747@yahoo.es
ResponderEliminarYo también soy descendiente. Es tatarabuelo de mi madre.
ResponderEliminarGran hombre,Gran Cubano ejemplo vivo de la estirpe cubana de nuestro pueblo.Descanse en paz.
ResponderEliminarYo también soy descendiente, mi bisabuela fué su nieta. Estoy trabajando en la recopilación de importantes documentos sobre su familia. Si alguien quisiera entrar en contacto conmigo, les dejo mi email: ocha1210@gmail.com
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