Amaury y Silvio en la entrevista. |
Por Eduardo
Existen artistas que con su obra
marcan a toda una generación. Mi generación está signada por la enorme
contribución a la cultura cubana del Maestro Silvio Rodríguez. Lo llamo
Maestro, porque en nuestra a veces superficial, y no exenta de guataquería
gratuita, farándula nacional, se le otorga este calificativo a artistas de
diversas manifestaciones, que en muchas ocasiones no presentan siquiera un aval
creíble, dentro, y mucho menos, fuera de fronteras.
He visto muchos programas de la
serie “Con dos que se quieran”, conducido en mi opinión de manera magistral,
por ese otro gran artista cubano que es Amaury Pérez. Sin embargo no pude por
cuestiones de trabajo poder disfrutar de la entrevista a nuestra Carilda Oliver
Labra. Cuando el sábado anunciaron el final de la temporada de programas con
una entrevista a Silvio, me dije a mi mismo, que esta vez no me pasaría lo que me
sucedió el día de la interviú de la “Novia de Matanzas”. Y no es que uno
después no tenga la oportunidad de leer la entrevista en Cubadebate, pero la
inmediatez y la pérdida de la primicia informativa se rompe, y el encanto se
pierde.
Del Maestro Silvio Rodríguez tuve
noticias con apenas siete años. Por la radio nacional comenzaron a pasar unas
canciones muy raras para una época en que la banalidad y la asimilación de los
patrones europeos, principalmente provenientes del Pop Rock en español,
surgidos al calor de la corriente que llamamos en Cuba en la actualidad, la
“Década Prodigiosa”, captaron numerosos adeptos entre la juventud cubana de
entonces.
Las dos primeras canciones que
recuerdo me aprendí de Silvio, gracias a una prima que todavía hoy adoro,
fueron “Te doy una canción” y “Los comandos del Silencio”. Esta última era el
tema de presentación de una aventura muy popular en esos años, que abordaba las
luchas de los Tupamaros en el Montevideo de los gorilas y los Escuadrones de la Muerte. Ningún niño
cubano de esa generación olvidará nunca aquel comienzo de “Un hombre se
levanta, temprano en la mañana, se pone la camisa y sale a la ventana…”. La
canción la interpretaba Sara González, pero como ella misma ha manifestado,
sonaba a Silvio, porque el arreglo estaba hecho originalmente para la tesitura
del trovador.
En el año 1969, transmitieron un
programa televisivo donde por primera ocasión pude ver en genio y figura al que
sería mi ídolo hasta el día de hoy. Era una especie de documental, donde el
juvenil Silvio de entonces, encaramado en un tejado colonial, cantaba la
“Canción de la Trova”.
Ese verano, durante mi estancia en el Campamento Internacional de Pioneros de
Varadero, canté para mis compañeros “Te doy una canción”. Imagino al cabo de
tantos años, que esta actuación no fue el resultado de poseer yo dotes vocales
excepcionales a tan temprana edad, sino a que debido a mi buena memoria, pude aprenderme
la letra de la canción.
El año 1970 fue de gloria para la
música cubana. Ese año, nacieron los Van Van, y se realizó el Primer Festival
Internacional de la Canción
de Varadero. Un día, mi familia entera embarcó en un camión sin techar de la Escuela donde mi padre
trabajaba, y cubrimos los 32
kilómetros que separan a Matanzas de la Ciudad Balneario, para
desembarcar finalmente en el entrañable Anfiteatro. Y pude ver a Silvio a unos
pocos metros de distancia. Fue la única vez que lo vi en persona. Mi padre, que
no era capaz de comprender la genialidad que tenía delante despotricaba, - De
donde sacaron al mamarracho este, tú sabes lo que es eso, venir a representar a
Cuba, en mangas de camisa, sin afeitarse, y con Botas Cañero. Sin embargo,
cuando Silvio entonó – “Como gasto papeles recordándote, como me haces hablar
en el silencio…”, el viejo, que le sabe un mundo a la canción, calló
respetuosamente, diciéndole a mi madre – Mi amor, esto no tiene nada que ver
con los boleros de Rolando la
Serie, o Panchito Ricet, ni siquiera con el Feeling, creo que
este pelúo va a hacer historia.
Creo que desde aquellos años
nunca le perdí la ruta a Silvio, como tampoco a Pablo, aunque en mi gusto
personal creo como Sabina, que si Pablito es la voz de la Nueva Trova, Silvio, con sus
marcadas influencias de la literatura de César Vallejo, es la poesía. Compré
todos sus discos en acetato, mientras duró el registro musical en esa
tecnología. Y los nuevos discos me los agencié en MP3, incluyendo Segunda Cita.
Incluyo en mi discoteca, además, un total de 30 grabaciones informales de
Silvio en la Casa
de las Américas, en los Encuentros de la Canción Protesta, en
Campamentos de la Columna Juvenil
del Centenario, en fin en todos aquellos lugares donde rasgó su guitarra
durante estos años de devenir Revolucionario.
Lo admiro, porque fue a cantarles
a nuestros soldados a Angola, porque cuando visitó Chile estando en el poder el
sátrapa de Pinochet no dudó en visitar a los presos políticos, y entonar en el
estadio en que las bestias fascistas asesinaron a su hermano Víctor Jara, su inolvidable
“Santiago de Chile”; por su travesía como simple marinero en el Playa Girón,
por su fidelidad a la Patria
y a la Revolución. Cuando
fue Diputado a la Asamblea Nacional,
cada vez que tomaba la palabra, todos lo escuchábamos como el hombre sabio que
ha sabido ganarse el respeto y la admiración de su pueblo, no solo por su
música, sino por su profundo pensamiento de intelectual comprometido con las
mejores causas de su país y de la humanidad toda.
Los ingenieros sabemos que la
fractura frágil, comienza siempre por una pequeña discontinuidad en el material
denominada microgrieta o microentalla, a partir de la cual la rotura tiene
lugar de manera catastrófica de manera instantánea. Con el material humano
Silvio Rodríguez nunca ha sucedido algo como eso. El es un bloque de granito
monolítico, sin ningún tipo de fisura. En los años duros del Período Especial,
cuando muchos abandonaron el carro de la Patria, con “El Necio”, nos dotó de un himno de
guerra, y expresó el sentir de muchos de los que decidimos jugárnosla hasta el
fin, a las cartas de la
Revolución y el Socialismo.
Yo pudiera estar escribiendo
acerca de Silvio y su compromiso con la Patria mucho tiempo. Sin embargo, creo que mi
objetivo ha sido que cualquiera de los ciudadanos de habla hispana del mundo,
pudiera a través de estas líneas motivarse a leer la entrevista transmitida
ayer en la noche por Cubavisión.
Quisiera por último reflejar en
este artículo de manera textual, una respuesta de Silvio, que dejo como una
lección de dignidad para aquellos que fuera de Cuba, y dentro de la Isla abjuran de las ideas de la Revolución Cubana
o conjuran para su derrocamiento.
“Amaury. Era solamente una apreciación mía y quise
compartirla con los televidentes. Muchas veces fuera de Cuba, sobre todo,
fuera de Cuba, tildan a algunos artistas que están con la Revolución, que están
con el país, de ser artistas oficialistas y con especial interés te nombran a
ti como a la cabeza de los artistas oficialistas. La primera parte de la
pregunta sería: ¿si tú te consideras un artista oficialista y qué es para ti un
artista oficial?
Silvio. Bueno, mira: si es de la Revolución Cubana,
la Revolución
que comandó Fidel y que han continuado tanta gente valiosa, Raúl, el Che,
Camilo, toda esa gente, a mucha honra, mi hermano, a muchísima honra ser
oficialista de esto. Yo, de lo que no puedo ser oficialista, es de los que les
caen a bombazos a Iraq, a Afganistán. Ahora se están tratando de aprovechar de
todos estos movimientos revolucionarios en el Magreb. Los que quieren invadir a
Libia a toda costa. Los que han querido invadir a Cuba. Aquellos que gritaban:
Ahora Iraq, mañana Cuba. Eso sí para mí es una deshonra y una vergüenza sería
oficiar en favor de semejantes ideas.”
Gracias Maestro Silvio Rodríguez por ser cubano y
ser patriota.
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