miércoles, 22 de junio de 2011

Silvio Rodríguez, el Maestro.


Amaury y Silvio en la entrevista.
 Por Eduardo

Existen artistas que con su obra marcan a toda una generación. Mi generación está signada por la enorme contribución a la cultura cubana del Maestro Silvio Rodríguez. Lo llamo Maestro, porque en nuestra a veces superficial, y no exenta de guataquería gratuita, farándula nacional, se le otorga este calificativo a artistas de diversas manifestaciones, que en muchas ocasiones no presentan siquiera un aval creíble, dentro, y mucho menos, fuera de fronteras.
He visto muchos programas de la serie “Con dos que se quieran”, conducido en mi opinión de manera magistral, por ese otro gran artista cubano que es Amaury Pérez. Sin embargo no pude por cuestiones de trabajo poder disfrutar de la entrevista a nuestra Carilda Oliver Labra. Cuando el sábado anunciaron el final de la temporada de programas con una entrevista a Silvio, me dije a mi mismo, que esta vez no me pasaría lo que me sucedió el día de la interviú de la “Novia de Matanzas”. Y no es que uno después no tenga la oportunidad de leer la entrevista en Cubadebate, pero la inmediatez y la pérdida de la primicia informativa se rompe, y el encanto se pierde. 

Del Maestro Silvio Rodríguez tuve noticias con apenas siete años. Por la radio nacional comenzaron a pasar unas canciones muy raras para una época en que la banalidad y la asimilación de los patrones europeos, principalmente provenientes del Pop Rock en español, surgidos al calor de la corriente que llamamos en Cuba en la actualidad, la “Década Prodigiosa”, captaron numerosos adeptos entre la juventud cubana de entonces.
Las dos primeras canciones que recuerdo me aprendí de Silvio, gracias a una prima que todavía hoy adoro, fueron “Te doy una canción” y “Los comandos del Silencio”. Esta última era el tema de presentación de una aventura muy popular en esos años, que abordaba las luchas de los Tupamaros en el Montevideo de los gorilas y los Escuadrones de la Muerte. Ningún niño cubano de esa generación olvidará nunca aquel comienzo de “Un hombre se levanta, temprano en la mañana, se pone la camisa y sale a la ventana…”. La canción la interpretaba Sara González, pero como ella misma ha manifestado, sonaba a Silvio, porque el arreglo estaba hecho originalmente para la tesitura del trovador.
En el año 1969, transmitieron un programa televisivo donde por primera ocasión pude ver en genio y figura al que sería mi ídolo hasta el día de hoy. Era una especie de documental, donde el juvenil Silvio de entonces, encaramado en un tejado colonial, cantaba la “Canción de la Trova”. Ese verano, durante mi estancia en el Campamento Internacional de Pioneros de Varadero, canté para mis compañeros “Te doy una canción”. Imagino al cabo de tantos años, que esta actuación no fue el resultado de poseer yo dotes vocales excepcionales a tan temprana edad, sino a que debido a mi buena memoria, pude aprenderme la letra de la canción.
El año 1970 fue de gloria para la música cubana. Ese año, nacieron los Van Van, y se realizó el Primer Festival Internacional de la Canción de Varadero. Un día, mi familia entera embarcó en un camión sin techar de la Escuela donde mi padre trabajaba, y cubrimos los 32 kilómetros que separan a Matanzas de la Ciudad Balneario, para desembarcar finalmente en el entrañable Anfiteatro. Y pude ver a Silvio a unos pocos metros de distancia. Fue la única vez que lo vi en persona. Mi padre, que no era capaz de comprender la genialidad que tenía delante despotricaba, - De donde sacaron al mamarracho este, tú sabes lo que es eso, venir a representar a Cuba, en mangas de camisa, sin afeitarse, y con Botas Cañero. Sin embargo, cuando Silvio entonó – “Como gasto papeles recordándote, como me haces hablar en el silencio…”, el viejo, que le sabe un mundo a la canción, calló respetuosamente, diciéndole a mi madre – Mi amor, esto no tiene nada que ver con los boleros de Rolando la Serie, o Panchito Ricet, ni siquiera con el Feeling, creo que este pelúo va a hacer historia.
Creo que desde aquellos años nunca le perdí la ruta a Silvio, como tampoco a Pablo, aunque en mi gusto personal creo como Sabina, que si Pablito es la voz de la Nueva Trova, Silvio, con sus marcadas influencias de la literatura de César Vallejo, es la poesía. Compré todos sus discos en acetato, mientras duró el registro musical en esa tecnología. Y los nuevos discos me los agencié en MP3, incluyendo Segunda Cita. Incluyo en mi discoteca, además, un total de 30 grabaciones informales de Silvio en la Casa de las Américas, en los Encuentros de la Canción Protesta, en Campamentos de la Columna Juvenil del Centenario, en fin en todos aquellos lugares donde rasgó su guitarra durante estos años de devenir Revolucionario.
Lo admiro, porque fue a cantarles a nuestros soldados a Angola, porque cuando visitó Chile estando en el poder el sátrapa de Pinochet no dudó en visitar a los presos políticos, y entonar en el estadio en que las bestias fascistas asesinaron a su hermano Víctor Jara, su inolvidable “Santiago de Chile”; por su travesía como simple marinero en el Playa Girón, por su fidelidad a la Patria y a la Revolución. Cuando fue Diputado a la Asamblea Nacional, cada vez que tomaba la palabra, todos lo escuchábamos como el hombre sabio que ha sabido ganarse el respeto y la admiración de su pueblo, no solo por su música, sino por su profundo pensamiento de intelectual comprometido con las mejores causas de su país y de la humanidad toda.
Los ingenieros sabemos que la fractura frágil, comienza siempre por una pequeña discontinuidad en el material denominada microgrieta o microentalla, a partir de la cual la rotura tiene lugar de manera catastrófica de manera instantánea. Con el material humano Silvio Rodríguez nunca ha sucedido algo como eso. El es un bloque de granito monolítico, sin ningún tipo de fisura. En los años duros del Período Especial, cuando muchos abandonaron el carro de la Patria, con “El Necio”, nos dotó de un himno de guerra, y expresó el sentir de muchos de los que decidimos jugárnosla hasta el fin, a las cartas de la Revolución y el Socialismo.
Yo pudiera estar escribiendo acerca de Silvio y su compromiso con la Patria mucho tiempo. Sin embargo, creo que mi objetivo ha sido que cualquiera de los ciudadanos de habla hispana del mundo, pudiera a través de estas líneas motivarse a leer la entrevista transmitida ayer en la noche por Cubavisión.
Quisiera por último reflejar en este artículo de manera textual, una respuesta de Silvio, que dejo como una lección de dignidad para aquellos que fuera de Cuba, y dentro de la Isla abjuran de las ideas de la Revolución Cubana o conjuran para su derrocamiento.
“Amaury. Era solamente una apreciación mía y quise compartirla con los televidentes. Muchas veces fuera de Cuba, sobre todo, fuera de Cuba, tildan a algunos artistas que están con la Revolución, que están con el país, de ser artistas oficialistas y con especial interés te nombran a ti como a la cabeza de los artistas oficialistas. La primera parte de la pregunta sería: ¿si tú te consideras un artista oficialista y qué es para ti un artista oficial?
Silvio. Bueno, mira: si es de la Revolución Cubana, la Revolución que comandó Fidel y que han continuado tanta gente valiosa, Raúl, el Che, Camilo, toda esa gente, a mucha honra, mi hermano, a muchísima honra ser oficialista de esto. Yo, de lo que no puedo ser oficialista, es de los que les caen a bombazos a Iraq, a Afganistán. Ahora se están tratando de aprovechar de todos estos movimientos revolucionarios en el Magreb. Los que quieren invadir a Libia a toda costa. Los que han querido invadir a Cuba. Aquellos que gritaban: Ahora Iraq, mañana Cuba. Eso sí para mí es una deshonra y una vergüenza sería oficiar en favor de semejantes ideas.”
Gracias Maestro Silvio Rodríguez por ser cubano y ser patriota.

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