sábado, 2 de julio de 2011

Josué País, el niño glorioso.


Josué País
Por Eduardo

Es muy difícil entrar en la historia de un país cuando apenas se comienza a vivir. Josué era el hermano menor de Frank País, el líder indiscutido del Movimiento 26 de julio en Santiago de Cuba. Sin embargo Josué era toda una recia personalidad de hombre en su juvenil estampa. Según María Antonia Figueroa "era todo coraje, emoción, pasión, apuro, y así se proyectaba en las cosas que iba a realizar. Una gente de pensamiento, de tremenda calidad humana en sus sentimientos. Un poco impulsivo, al contrario de Frank, que era muy reflexivo".
Asela de los Santos lo recuerda como "un muchacho bonito, alegre, muy expresivo, de ojos grandes, te miraba fijo, una se sentía examinada por él, aunque era una mirada inocente, de niño curioso y asombrado. Media como un metro setenta, un metro setenta y tres, unos dos o tres centímetros menos que Frank". Josué cuidaba mucho a las muchachas del Movimiento. Con Gloria Cuadras tenía una amistad muy bonita, él le llamaba Tía. Nosotras (las de mayor edad que él) sentíamos por Josué cariño y ternura, casi todas presentíamos que por su arrojo no iba a ver el triunfo." Con Gloria Cuadras sostuvo su última conversación telefónica, aquel 30 de junio, antes de marchar para la acción. "Tía, yo tengo mucho que contarle, lo único que le pido que se vaya de la casa, que no se quede en la casa... después conversamos. No estoy tranquilo si usted no me dice que se va."

Muchas de sus acciones, que hoy forman parte de las leyendas populares de Santiago de Cuba, la Ciudad Héroe, sorprenden por lo arriesgadas. Su temeridad no parecía tener freno. Frank se veía entre la disyuntiva de proteger la vida de su amado hermano, o la de asumir que este era, al igual que sus demás compañeros, un soldado más de la Revolución.
El 7 de diciembre de 1953, a solo 5 meses del asalto al cuartel Moncada, el estudiantado santiaguero salió en manifestación a la calle, en homenaje al Lugarteniente General Antonio Maceo. Los esbirros de Batista bloquearon la calle Trinidad, por donde marchaban los estudiantes y los agredió con sus cachiporras. Josué, lanzó una piedra y destrozó un farol, debajo del cual se encontraban varios policías. Estos se abalanzaron sobre el muchachito que en ese entonces apenas tenía 15 años, pero un grupo de manifestantes se batió en su defensa a puñetazos con la Policía.
En otra ocasión los sorprendieron pintando un muro con la consigna de ¡Abajo Batista! Fue llevado a la Estación de Policía donde, lo sometieron a una severa golpiza, incluyendo el hecho de que le colgaron por los pies (a pesar de que solo tenía apenas 16 años), pero únicamente se inculpó a sí mismo: "Fui yo, más nadie que yo...". Fue llevado a juicio, pero por ser menor de edad solo fue condenado a un año de prisión domiciliaria, que violó constantemente.
Después los sucesos del levantamiento del 30 de noviembre de 1956 en Santiago de Cuba, es detenido y posteriormente liberado. Pero ya las fieras batistianas andaban tras su popular figura, y a Josué no le quedó más remedio que pasar a la vida clandestina. La casa de Ángeles Montes de Oca (la tía Angelita) fue desde entonces su refugio.
"Llegó a ser como un hijo, uno más en aquella casa –relataría años después Angelita–, su comportamiento, en sentido general, se había robado nuestro cariño.” "Una mañana se levanta y enseguida me pide que le busque un lápiz para anotar algo, entonces escribe en un papel lo siguiente: Espectros se ciernen sobre nuestras cabezas, sombras de cabezas de hombres, de hombres más fuertes. Me lo enseña, preguntándome si conocía una oración similar. Al ver que no conocíamos nada que guardara relación con aquello, me dijo riéndose: "Voy a tener que seguir soñando, para ver si completo estos versos".
El domingo 30 de junio de 1957, uno de los principales secuaces del tirano Batista, el asesino Rolando Masferrer, organizó un mitin político en el Parque Céspedes de Santiago de Cuba. Frank y la Dirección de Acción y Sabotaje del Movimiento 26 de Julio planearon entonces serie de acciones combativas. Estas consistían en la colocación de petardos explosivos en lugares próximos al parque, y la salida en automóviles en marcha de comandos que dispararían al aire para disolver a los reunidos. Josué País sería el jefe de uno de los grupos armados motorizados que saldrían a actuar ese día.
Debido a un error en el cumplimiento de las órdenes, el grupo designado para colocar petardos no ejecutó su misión. Josué, furioso y temerario, decidió entonces actuar. Al pasar su coche junto a un auto de la policía, abrieron fuego. Al recibir el ataque, los miembros de la patrulla ripostaron los disparos de los revolucionarios y comenzaron a perseguirlos.
En Martí y Crombet, otro auto patrulla les cerró el paso. Atrapados entre dos frentes, un disparo perforó uno de los neumáticos del carro. Salvador Pascual, compañero de Josué que conducía el auto, dio un giro y se estrelló contra un almacén. Al tratar de salir del auto es derribado por una ráfaga de ametralladora. Floro Vistel, el tercer miembro del comando, disparando su escopeta recortada, intentó parapetarse detrás del auto, pero fue impactado en la espalda y en la garganta. Este último disparo resultó ser mortal. Josué, pistola en mano, se batió como un león, pero le hirieron en el brazo derecho y en varias partes del cuerpo, perdiendo el conocimiento.
Testigos de los hechos aseguraron posteriormente que Josué vivía cuando fue capturado por los esbirros. Angelita, quien vistiera su cadáver, relataría años después: "Tenía heridas en ambos hombros. Su brazo presentaba muchos impactos de bala. Pero lo que más me impresionó fue un tiro que le habían dado en la sien. Sin dudas, lo habían rematado".
Al tener conocimiento de la muerte de su Josué, Frank País escribió un poema donde reflejaba el dolor inmenso por la pérdida de su hermano de sangre e ideales: «Cuánto sufro no haber sido / el que cayera a tu lado / hermano mío. / Qué solo me dejas, rumiando mis penas sordas / llorado tu eterna ausencia». Frank no podía presentir que sobreviviría a Josué tan solamente un mes. El 30 de julio de 1957, el sublime Frank, también entraría para siempre en el martirologio de la Patria.
El entierro de Josué, Salvador y Floro se convirtió en una multitudinaria manifestación de duelo popular. Los ataúdes en un inicio iban cubiertos con banderas del 26 de Julio.  Los santiagueros que acompañaban el cortejo iban coreando las heroicas estrofas del Himno Nacional cubano. Antes de partir para el cementerio, doña Rosario la madre, ordenó: "Dejen el sarcófago abierto, para que Josué pueda ver a su pueblo que lo sigue".
Otro hecho importante relacionado con la muerte de Josué, tuvo lugar en la Sierra Maestra, cuando un grupo de oficiales del Ejército Rebelde escribía una carta de condolencia a Frank, por la irreparable pérdida del joven héroe. Al preguntarle Celia, con que grados militares escribiría el rango del Che Guevara, Fidel respondería, - Al Che, ponle Comandante; convirtiendo al Guerrillero Heroico en el segundo combatiente del Ejército Rebelde en poseer ese grado.
Los enemigos de la Revolución Cubana, desean por todos los medios que la juventud cubana ignore la historia de su Patria. No quieren que su existencia se nutra de la levadura heroica que representan los héroes y mártires caídos durante estos más de 140 años de lucha incesante por alcanzar la soberanía nacional, y los sueños de justicia para todos los cubanos. Nosotros, los verdaderos patriotas, estamos en el deber de no olvidar a aquellos que entregaron el bien más valioso de un ser humano, la vida, por entregarnos la Patria digna y soberana que hoy nos enorgullece. Mientras eso suceda, aquellos que como Josué, Floro, Pascual y Frank se inmolaron por la libertad de Cuba, seguirán viviendo en el alma de la Patria.

Josué, cuando ya se había convertido en mártir de la Patria.

Referencias.


Granma. Recuerdan a jóvenes mártires cubanos.


Juventud Rebelde. Sangre joven que abonó el triunfo.
http://www.juventudrebelde.cu/cuba/2011-06-30/sangre-joven-que-abono-el-triunfo/

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