Del pueblo surgirán los cuadros de la Revolución.

Fidel y el Che, paradigmas de cuadros revolucionarios.

 Por Eduardo

La dirección de los más importantes procesos de la producción y los servicios en la Cuba revolucionaria de los tiempos actuales, pero sobre todo de los complejos procesos políticos que están desarrollándose a la luz de la actualización del modelo económico socialista cubano, no podían llevarse a cabo sin la presencia y el accionar de los cuadros revolucionarios. Ya en una fecha tan temprana de la historia de la Revolución como septiembre de 1962, en su medular ensayo “El cuadro columna vertebral de la Revolución, el Comandante Ernesto “Che” Guevara definía cuáles eran las principales características que debían poseer aquellos compañeros en los cuáles recayera la importante tarea de dirigir en tiempos de la construcción del Socialismo en Cuba.

Establecía el Che como las fundamentales cualidades de un cuadro las siguientes:

1. Es un individuo que ha alcanzado el suficiente desarrollo político como para poder interpretar las grandes directivas emanadas del poder central, hacerlas suyas y transmitirlas como orientación a la masa, percibiendo además las manifestaciones que ésta haga de sus deseos y sus motivaciones más íntimas.
2. Es un individuo de disciplina ideológica y administrativa, que conoce y practica el centralismo democrático y sabe valorar las contradicciones existentes en el método para aprovechar al máximo sus múltiples facetas; que sabe practicar en la producción el principio de la discusión colectiva y decisión y responsabilidad únicas, cuya fidelidad está probada y cuyo valor físico y moral se ha desarrollado al compás de su desarrollo ideológico, de tal manera que está dispuesto siempre a afrontar cualquier debate y a responder hasta con su vida de la buena marcha de la Revolución.
3. Es, además, un individuo con capacidad de análisis propio, lo que le permite tomar las decisiones necesarias y practicar la iniciativa creadora de modo que no choque con la disciplina.

Agregaba el Guerrillero Heroico además que:

“Íntimamente ligado al concepto de «cuadro» está el de la capacidad de sacrificio, de demostrar con el propio ejemplo las verdades y consignas de la Revolución. El cuadro, como dirigente político, debe ganarse el respeto de los trabajadores con su acción. Es imprescindible que cuente con la consideración y el cariño de los compañeros a quienes debe guiar por los caminos de vanguardia.”

En su experiencia como constructor del socialismo en la entonces naciente Revolución cubana, el Che estudió además los factores que podían afectar los resultados del trabajo de los cuadros, sobre todos aquellos que se vinculaban con la mentalidad burocrática y el peligro siempre latente de los fenómenos de corrupción. 

En su ensayo “El Hombre y el Socialismo en Cuba” expresaba:

“Dentro del país, los dirigentes tienen que cumplir su papel de vanguardia; y, hay que decirlo con toda sinceridad, en una revolución verdadera a la que se le da todo, de la cual no se espera ninguna retribución material, la tarea del revolucionario de vanguardia es a la vez magnífica y angustiosa.”

“Claro que hay peligros presentes en las actuales circunstancias. No sólo el del dogmatismo, no sólo el de congelar las relaciones con las masas en medio de la gran tarea; también existe el peligro de las debilidades en que se puede caer. 

Si un hombre piensa que, para dedicar su vida entera a la revolución, no puede distraer su mente por la preocupación de que a un hijo le falte determinado producto, que los zapatos de los niños estén rotos, que su familia carezca de determinado bien necesario, bajo este razonamiento deja infiltrarse los gérmenes de la futura corrupción.

En nuestro caso, hemos mantenido que nuestros hijos deben tener y carecer de lo que tienen y de lo que carecen los hijos del hombre común; y nuestra familia debe comprenderlo y luchar por ello. La revolución se hace a través del hombre, pero el hombre tiene que forjar día a día su espíritu revolucionario.”

Tanto en el informe central al VII Congreso del PCC, como en sus directrices, el General de Ejército Raúl Castro Ruz, estableció que a todos los niveles de dirección los dirigentes del Partido, el Estado y el Gobierno debían trabajar con sistematicidad en la creación de una reserva de sustitutos maduros y con experiencia, en correspondencia con la composición por color de la piel y de género de la población cubana. Propuso además el límite de 60 años, como la edad máxima establecida para ingresar al Comité Central del PCC, en el ánimo de garantizar siempre el constante rejuvenecimiento de su Dirección.

Dejó patente además que no puede haber dirigentes preconcebidos. E indicó hacer el trabajo de selección  desde la base. Que los futuros cuadros laboraran cinco años en la base y gradualmente, según sus posibilidades fueran promovidos a cargos superiores, sin nunca dejar de estudiar. 

El compañero Raúl indicó además que los cuadros debían poseer capacidad de previsión, tener además mucha sensibilidad e intencionalidad política. Deben asimismo promover la iniciativa y el espíritu emprendedor, superar el hábito de esperar por instrucciones, tener sentido de la urgencia y lo más importante llamar las cosas por su nombre y no refugiarse en ilógicos eufemismos para esconder la realidad.

En su artículo “Diputado” publicado en la Revista Universal de México el 9 de julio de 1875, nuestro “Héroe Nacional” José Martí definía al referirse a la figura del Diputado un conjunto de apotegmas que constituyen un antecedente directo de los principio que hoy día la dirección de la Revolución indica que se debe cumplir a la hora de seleccionar y preparar a los cuadros de la Revolución:

“Hombre encargado por el pueblo para que estudie su situación, para que examine sus males, para que los remedie en cuanto pueda, para que esté siempre imaginando la manera de remediarlos.

La silla curul es la misión: no es la recompensa de un talento inútil, no es el premio de una elocuencia incipiente, no es la satisfacción de una soberbia prematura.

Se viene a ella por el mérito propio, por el esfuerzo constante, por el valer real; por lo que se ha hecho antes, no por lo que se promete hacer.

Los privilegios mueren en todas partes, y mueren para alcanzar una diputación. No es que las curules se deban de derecho a los inteligentes: es que el pueblo las da a quien se ocupa de él y le hace bien.

De abajo a arriba: no de arriba a abajo.”

El Partido Comunista de Cuba, heredero de la vida y la obra de Martí y nuestro Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, es y será el garante de que de nuestro pueblo broten aquellos líderes que conduzcan a nuestra Patria y a nuestro pueblo en la construcción de la visión de nación establecida por la “Conceptualización del modelo económico y social de la nación cubana”; de que Cuba sea una nación soberana, independiente, socialista, democrática, fidelista, martiana, marxista – leninista, próspera y sostenible.