No hay ron ni tabaco cubanos para los residentes en Estados Unidos.

Aguardiente Yucayo y Ron Yucayo, productos genuinos de
la ciudad de Matanzas (imágenes
tomadas de http://www.rum.cz)

 Por Eduardo

Dentro de las nuevas medidas adoptadas esta última semana por parte de la administración Trump para asfixiar la economía cubana se estableció que los norteamericanos que visiten la isla tendrán terminantemente prohibido adquirir tabaco o ron cubano. Como era de esperar, la claque contrarrevolucionaria de origen cubano inundó las redes sociales con expresiones de júbilo y de apoyo a esta nueva agresión a nuestra Patria.

Si me detuviese a analizar la fracción de la medida que está relacionada precisamente con el ron, yo agregaría que la concreción de esta medida forma parte de las intenciones del presidente Donald Trump desde que llegó al poder de eliminar todo el legado de la administración encabezada por el presidente Barack Obama.

De acuerdo con Wikipedia en enero de 2016 finalmente a Oficina de Patentes y Marcas (USPTO) de Estados Unidos garantizó a la empresa Cubaexport el registro y los derechos sobre la marca de ron Havana Club en territorio estadounidense abriendo un nuevo capítulo en el litigio de casi dos décadas entre Cuba y la familia Bacardí, que comercia un ron Havana Club producido en Puerto Rico. La empresa cubana Cubaexport consiguió una autorización especial de la oficina del Tesoro sobre Control de Activos Extranjeros (OFAC) y con ello la firma presentó la documentación ante la oficina de patentes. La decisión permitirá a Cuba comercializar en Estados Unidos el ron Havana Club producido en territorio cubano una vez que el embargo comercial adoptado por Washington contra la isla hace medio siglo sea finalmente desmontado.

De más está decir, que esta medida no afectará a la élite burguesa norteamericana, sino que serán los ciudadanos norteamericanos comunes quiénes se verán limitados en adquirir y disfrutar de las bondades de dos de los productos insignias de la agroindustria cubana, nuestros rones y nuestros puros habanos. Es famosa la anécdota de que el Presidente John Fitzgerald Kennedy no firmó la orden ejecutiva que dio inicio al brutal e inhumano bloqueo económico, comercial y financiero contra Cuba, hasta que sus asistentes no le garantizaron una gran reserva de puros habanos que eran sus favoritos.

En los años noventa, en los que firmaba en contra de la nación cubana, las espurias leyes Torricelly y Helms Burton, conocí por las noticias sobre la afición del presidente William Clinton a los puros habanos. En el documental de Michael Moore “Fahrenheit 9/11” del conocido documentalista Michael Moore, hay una escena donde se expone una foto de un paparazzi tomada al presidente George W. Bush mientras conversa con uno de los familiares de la familia de Osama Bin Laden. En la imagen ambos personajes disfrutan de sendos e inconfundibles puros Cohíba. Eran los años donde la derecha cubano americana soñaba con la promesa del presidente Bush que rezaba: - Iraq primero, Cuba después.

En conclusiones que si Trump y Pompeo, u otro espadón del gobierno imperial, son aficionados a los puros o a los rones cubanos accederán a ellos en detrimento de por ejemplo, los ciudadanos cubano americanos, quiénes por lo regular regresan cargados de esos productos cada vez que visitan su Patria. Claro que los cibermercenarios; a quienes no les interesa para nada que los cubanos de Miami u otras ciudades de Yumilandia como decimos en buen cubano, maten el gorrión por la lejanía de la tierra que los vio nacer mediante el disfrute de los puros y el ron de Cuba; con sus campañas de apoyo a las medidas de bloqueo demuestran una vez más que no responden a los intereses de los cubanos, ni de aquí de la isla, ni los de los residentes en los Estados Unidos. Responden a los intereses de la potencia extranjera que quiere doblegar la soberanía de la isla irredenta. Sorprende ver como alguno de ellos en sus postcast de Youtube aluden a las botellas de Havana Club con que se solazan en sus ratos de esparcimiento. Vamos a ver si mencionan sus libaciones a partir de ahora, porque es posible que tengan problemas con la oficina del Tesoro sobre Control de Activos Extranjeros (OFAC).

Retomando el tema del ron cubano, en el año 1994 la firma Bacardí a través de un proceso espurio, le compró a los arruinados Arechavala en Miami, la marca, que ya no les pertenecía, y que hacía más de 40 años que el gobierno cubano ratificaba en Estados Unidos desde 1976.

El plagio de la marca Havana Club fue un tongo de la Bacardí, porque la bebida insípida esa que venden en el mundo a base de marketing y campañas publicitarias en mi opinión es agua de chirrie cuando se compara con nuestro Ron, y al final con todos los rones cubanos, cuyas marcas las inventamos hace poco, como el Bucanero, el Mulata y otros que son superiores al aguardientico insípido cargado de químicos que tiene una etiqueta con un murciélago. Pero como dice el dicho, lo bueno es bueno, y lo que es metralla es metralla. El colmo del robo de marcas es que han tratado de robarse la marca Cohíba de tabacos, que no existía antes del triunfo de la Revolución y que fue bautizada por el propio Fidel.

En diciembre de 2013, cuando el restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre Estados Unidos y Cuba era visto como algo poco probable, Cuba lanzó un ron especial, el “Havanista”, basado en la calidad de los modelos añejos de Havana Club, destinado especialmente para el mercado estadounidense. La empresa cubano-francesa Havana Club International, de la que forma parte la gigante francesa Pernod Ricard registró la marca Havanista en 2011 con la expectativa de poder comercializarla en Estados Unidos luego del levantamiento del bloqueo.

La firma Bacardí es parte de la mafia cubano americana, impulsora de la Ley Helms Burton, y nada tienen que ver los Bacardí de ahora, con el patriota cubano Emilio Bacardí, continuador de su padre Don Facundo Bacardí Massó fundador de la firma, quien fuera mambí y primer alcalde republicano de la Ciudad Héroe de Santiago de Cuba, así como benefactor de la ciudad de Santiago de Cuba. Los nuevos Bacardí son fundamentalmente yanquis nacidos en Estados Unidos, y que malamente hablan el español. Estos señores apoyan cuanta medida para reforzar el bloqueo a Cuba se les ocurra a cualquier trasnochado de Miami. De hecho, tanto fue el patrocinio de la Bacardí a la Ley Helms Burton, que es conocida desde entonces como la Ley Bacardí.

Habría que preguntarse: ¿Por qué una firma que posee el 30% de las ventas totales de Ron en el mundo, quiere producir una marca de un país bloqueado y agredido como el nuestro? La respuesta es bien sencilla, el Havana Club nuestro se está convirtiendo en un producto exclusivo, sobre todo en base a su calidad intrínseca, y poco a poco ya ha alcanzado el 7% del mercado de los rones a nivel mundial. El Havana Club se seguirá vendiendo sin problemas en los 125 países donde es un producto habitual.

Como expliqué anteriormente, en los Estados Unidos se inscribió la marca Havanista, que es un producto de fechas recientes ahora. Va y a lo mejor de aquí a unos años, la Bacardí comienza a producir Havanista, porque encontrarían un personaje que declararía asimismo que inscribió ese nombre hace 100 años en los EEUU.

Cuando estando fuera de Cuba probé el Bacardí, pude apreciar que hasta el Ron de Matanzas, el Yucayo, tiene más calidad que la guachipupa aguachenta esa que producen los del murciélago. Es que como pasa con nuestro tabaco, ni la caña es la nuestra, ni por ende las mieles, y los toneles originales del Havana Club, sin los cuales, no hay posibilidad de producir la fórmula original de nuestro ron, están en Cuba.

En la antigua fábrica Bacardí en Santiago, en la Arrechavala en Cárdenas, y en la Havana Club de Santa Cruz del Norte, están los rones madres con más de cien años de añejamiento, que son los que permiten obtener los productos de las mayores calidades. Ellos están tratando de quitarse la competencia de encima y de paso hacerle daño a Cuba y a la Revolución de quienes son enemigos irreconciliables.