Intercambio Cultural inequitativo.

Los Van Van, el "Tren Musical de Cuba" en concierto

 Por Eduardo

Anónimo

Para dar mi visión acerca del asunto de si Willy Chirino viene y canta en Cuba, o no. La divido en dos partes. El susodicho, no es, hablando en buen cubano, ni la chancleta de la media de los músicos que hacen el Son de Cuba. No ya de los trabucos, como la Charanga Habanera, Manolito Simonet, Adalberto Álvarez o Van Van. Hablo de los más jóvenes. Willy Chirino no es ni media suela, de Arnaldo y su Talismán, Chispa y los Cómplices, Pupy y los que Son Son (estos estuvieron en la UMCC hace solo tres semanas), Maykel Blanco y su Salsa Mayor, Yuly y Habana C, etc. Su música se enmarca en lo que se dio en llamar a finales de los 80 y principios de los 90, Salsa Erótica, y que los grandes soneros, Gilberto Santa Rosa, Andy Montañez, Oscar de León y otros descalificaron como sonsa y baladí. Recuerden que algunos de los que suenan en Miami, son músicos nuestros que emigraron tras el American Dream.

Que Willy Chirino, le gusta a muchas personas en Cuba, no se le puede negar a sus defensores. Gusta, principalmente porque es buena para bailar Casino. Muchas de nuestras orquestas, que lo que tocan es pura Timba, no Salsa o Son. Usan tempos tan acelerados, que ahorita los tembas, que bailábamos ruedas en los 15 de los años 80, nos vamos a tener que montar en patines, para poder tirar un pasillo. 

Aunque en honor a la verdad, en estos momentos, no es la Timba y la Salsa lo que predomina en Cuba, sino el Reguetón Nacional, con Baby Lores, Gente de Zona, Los Cuatro, Osmany García y el Pillo, los Faraones y otros de ese corte. Esos muchachos hacen un Reguetón que algunos llaman Cubatón, porque fusionan los ritmos cubanos con el Reguetón.

En fin, que en Cuba, hay tan buena música, y tan buenos músicos, que a Willy Chirino en esa Liga, en buena lid, se lo comen con papitas fritas, no le quepa a nadie la menor duda. Esa es la primera causa, que en mi opinión no motiva, que en nuestro país se mueva un dedo para que venga. El pobre, no tiene musicalmente hablando, la calidad de la Orquesta de Winston Marsalis que tocó en una gran cantidad de funciones y se paseó por todas las escuelas de música de la Habana, con comentarios muy favorables.

La otra parte es la política. Chirino, no quiere venir a hacer su música; quiere venir a provocar. Se cree un Mesías del Anticomunismo. Y si tú te pones jorocón no hay porqué ponértela fácil. ¿Tú no eres “el vocero del exilio”? Pues te quedas berreando en Yumilandia con la canalla que te alimenta el ego. Yo he visto todas las entrevistas de los artistas cubanos en los canales de Miami, y ninguno toca el tema político, aun aquellos que abiertamente apoyan a la Revolución.

A Pablito lo encuadrillaron, lo acomodaron, casi le exigieron que se pronunciara acerca de la política en Cuba, y cuando dijo que él se lo debía todo al Comandante en Jefe, a la flaca presentadora, por poco le da un patatús. Esa democracia de la que tanto se pregona no es recíproca. O sea mientras tú emplees contra Fidel, los epítetos de la contrarrevolución, Habana y Almendares; pero hay de ti si se te ocurre dar una respuesta como la de Pablito.

Después en otro programa, a Manolín “El Médico de la Salsa” se le ocurre defender a Pablito, y hasta salió un gordito a guapearle con las venas del cuello a punto de explotarles. Fue algo bien ridículo, porque si el Médico le baja un avión lo clava como un remache en el suelo. El hombre no paraba de decirle improperios al músico. Le dijo hasta comunista, que para mí no es un insulto, porque lo soy, pero que no tiene nada que ver con Manolín. En fin, que la metralla contrarrevolucionaria del exilio no está preparada para un intercambio. Si fuera por ellos, la verdadera cultura cubana, que es la que se hace en Cuba, no se conocería. Si no que hable el por mí “Pavo Real” de Manuel Mendive.

La respuesta de Israel Rojas, el de Buena Fe, a Oscar Haza, lo dejó como el pescao en tarima. El viejo mercenario mentiroso tratando de que los muchachos hicieran pronunciamientos en contra de la Revolución, e Israel, aclarándole: - Maestro, nosotros vinimos a entregarle nuestro arte, a un grupo de nuestros seguidores que decidieron vivir en Miami, pero que eran fans nuestros en Cuba. Si yo me pongo a expresar lo que pienso en su programa, estoy seguro que provocaré resquemores, y nosotros no vinimos aquí para eso. Tenemos que hablar de lo que nos une, no de lo que nos separa, así que le ruego que no me haga más preguntas de ese corte, mire hablemos de nuestra música, de nuestros discos, pero no de política que “zapatero a su zapato”. He reproducido con mis palabras más o menos las respuestas de Israel Rojas.

La intolerancia es tan grande, que cuando al empresario cubanoamericano Hugo Cancio se le ocurrió hacer un Festival de Música Cubana, lo cual conceptualmente es imposible realizar sin los músicos de la Isla, los alabarderos del odio impidieron su realización. Todos los grandes músicos cubanos habían dado su confirmación, casi sin excepción. El Evento se iba a realizar en una localidad fuera de Miami, y hasta allá fueron los “luchadores verticales contra el comunismo” a sabotear la fiesta de la música cubana que hubiese sido sin dudas el frustrado Festival.

Sin embargo, alguno de los que ustedes desde Miami piden, o casi exigen que vengan a la isla, no actúan con la misma visión del asunto. Silvio Rodríguez pidió por los “5 Héroes Prisioneros del Imperio”, pero dijo que si fuera por él todos los presos de la contrarrevolución, aquellos que ahora hacen huelga en las calles de Madrid debían estar sueltos, así que abogó para ambos lados.

Un última aclaración, recuerda que nuestros Diputados no son electos por Fidel o Raúl, sino por el pueblo cubano, así que cuando Silvio lo fue, era tan representante de nuestro pueblo, como lo puede ser un Representante del Congreso de los Estados Unidos. Creo que mucho más, porque estoy seguro que a Silvio solo le bastó su vida de ciudadano ejemplar al servicio de su país, y en postularse (cosa que no hizo él sino alguna de las Comisiones de Candidatura), y elegirse no invirtió un solo centavo, suyo o de alguna corporación. Así que no tuvo que devolver favores electorales, ni venderse por influencias.