Monumento del "León de Judá", cerca del Ethiopian Hotel. |
Por
Eduardo
Orlando:
Yo
soy de los cubanos privilegiados que ha podido trabajar en varios países de
este contaminado mundo. Te puedo decir que nada se compara con el trabajo en
África. Tuve la oportunidad de trabajar por dos años en Etiopía. A los dos o
tres días de llegar a ese hermano país, toda la prensa comenzó a reproducir la
noticia de que el presidente de Eritrea consideraba que era imposible evitar
una guerra con Etiopía. A los dos días se mencionó el hecho de que un señor de
la guerra somalí se había introducido por la frontera sur y había entrado en
combate con tropas etíopes, recibiendo una soberana paliza.
A
los dos meses al gobierno de Etiopía se le ocurrió hacer una represa, y el
gobierno egipcio de Hosny Mubarak amenazó con que si le repesaban el Nilo, la
guerra empezaba entre Egipto y Etiopía. A los ojos del mundo nada sucedía, y
reinaba la paz, pero para mí fue una experiencia nueva, sobre todo si se
empieza a conocer cosas de las que uno no tenía la más mínima idea como la
guerra surgida entre Eritreos y Etíopes después de la caída de Mengistu. Cuando
los nuevos gobernantes de la etnia Tigray, cuya alianza con los eritreos, en
contra de los históricamente dueños del poder, los amaras, implicaba la independencia
de Eritrea una vez que cayera Mengistu alcanzaron su objetivo, le dieron la
mala a los eritreos, y no les entregaron todo el territorio que históricamente
fue de ellos.
Estando
en Etiopía viví por primera vez los enfrentamientos algunas veces velados,
otras más o menos violentos entre grupos étnicos (oromos, amaras, tigrays,
somalíes, etc.), todo los cuales hablan lenguas diferentes, y aunque poseen
muchas costumbres en común, tienen también muchas diferencias. El asunto se
complicó cuando las elecciones. Ahora bien, yo miraba todo aquello como observador,
porque aunque se nos acuse de exportar el comunismo, la realidad es que fuera
de Cuba, nunca nos entrometemos en los asuntos internos de cada país. Ni aún en
Venezuela, donde nuestra presencia es muy fuerte, la misión cubana no ha hecho
otra cosa que trabajar en las misiones que se nos han encomendado. Entonces
valoré como nunca el hecho de que en la isla, TODOS SOMOS CUBANOS, una
nacionalidad multiétnica y policultural, pero con una organicidad e identidad
como grupo humano que nos hace, como ya he dicho otras veces, únicos e
irrepetibles.
Orlando:
Otras
dos realidades que conocí además en África, dentro de muchas otras, fue la de
la miseria más espantosa y la del enfrentamiento interreligioso. Cuando llegué
comencé a comprar en una bodega que me recomendaban los cubanos de un muchacho
cristiano ortodoxo que se llamaba Tesfaye. Sin embargo a los pocos días me doy
cuenta de que había un grupo de comercios muy cercanos, donde vendían la misma
mercancía a precios más convenientes para mi política de ahorro. Estos
comercios incluían a las carnicerías. Bueno, para no cansarte, fui a comprar, y
me encuentro que aquellos comerciantes, que eran musulmanes, daban un mejor
servicio.
Y
empecé a comprarles a los musulmanes. Un día paso por el frente de la tienda de Tesfaye, me llaman
unos etíopes y me dicen: - Profesor, los cristianos del barrio les informamos
que para poder comprar nuevamente en nuestras tiendas debe ir a purificarse a
la misa el domingo, porque usted ha entrado en las tiendas de los musulmanes infieles.
De más está decirte que semejante guanajada me dio deseos de soltarle la
carcajada en la cara. Con mucho respeto les comenté: - Señores, vengo de un
país donde nuestra constitución, y la práctica diaria garantizan la libertad de
culto. Donde hay decenas de religiones de todo tipo, cristiana católica,
cristiana ortodoxa griega, cristiana ortodoxa rusa, cristianas evangélicas, judía,
abakuá, yoruba, arará, palo de monte, etc., y un por ciento de la población
marxista leninista, generalmente totales ateos.
En
Cuba, cuando hay Navidad, y matan un cerdo, animal que ustedes consideran
impuro, pero que para nosotros es nuestro plato nacional, nos sentamos todos a
la mesa, independientemente de nuestro credo, porque para los cubanos lo
importante no es el dios a quien adores, sino que seas una persona de bien. A
mí, esos señores me han tratado muy bien, y yo no pertenezco aquí, así que les
pido que me dejen fuera de sus conflictos.
Orlando:
De
la pobreza, solo decirte que las escenas de mendicidad que apreciamos desde que
llegamos a Addis Abeba nos impactaron tanto que un amigo mío me dijo: -
Compadre, lo que tenemos en Cuba es una pobreza muy digna, y bien repartida,
esta es la verdadera miseria. Los primeros mendigos los vimos en las afueras
del hotel donde nos alojábamos. El guardián del Hotel arremetía contra ellos
con un bastón, cuando se acercaban a pedir limosna. Recuerdo uno de aquellos
pobres hombres que caminaba a cuatro patas, sobre los muñones de sus piernas
cercenadas por las rodillas y sus brazos cortados por los codos. Todavía tengo
grabadas en mi mente las pieles llagadas de aquellas víctimas de un orden
injusto.
En
la ciudad donde trabajaba, no había ni una sola instalación de salud decente.
El llamado Hospital no pasaba de ser una mala casa de socorros. Un consultorio
del médico de familia en Cuba tiene mejores condiciones. Un día me dio un dolor
intercostal, y me puse a pensar, amigo, si esto es un infarto aquí mismo me
jodo. Te he hecho todas estas historias para que sepas que yo le he visto las
caras a esas duras realidades. Aquí en la televisión entrevistaron a la
verdadera Carmela, la que inspiró el filme “Conducta”, y a sus alumnos,
incluyendo al que inspiró a Chala. No todos los niños son en esa aula de la
Habana Vieja, como decimos ahora “casos sociales”. Hay otros que son alumnos de
familias funcionales, y no viven entre peleas de perros, ni sus madres son
prostitutas.
Lo
que pasa es que nuestro cine actual, con su tendencia hiperbólica tiende a
generalizar los aspectos negativos de nuestra sociedad, y olvida los muchos
valores de nuestra sociedad. De todas formas transmite a tu muchacho que yo le
aplaudo por su decisión de dedicarse a la educación. Hace unos días vi una
película de Emily Van Camp, basada en hechos reales, en la que esa linda actriz
interpretaba a una maestra de un pueblito fronterizo que organiza una escuela
con hijos de gente muy pobre. Dile también que cuando uno es nuevo, es bueno
enfrentarse al trabajo en condiciones difíciles, porque eso a la larga te dará
maestría pedagógica. Como dicen los guajiros en Cuba, - cortando huevos, se
aprende a capar.
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