Dale JU “ANA” con la palangana.

Laura de la Uz en "La película de Ana"

 Por Eduardo

Un nuevo filme cubano se estrena por estos días en nuestras salas de cine. Su exhibición viene precedida por un grupo de reconocimientos que incluyen: Los Premios Corales de Guión para Eduardo del Llano y su director Daniel Díaz Torres y de Actuación Femenina para Laura de la Uz en el pasado 34 Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano, así como el Premio de Distribución de Amazonia Films. Por si esto fuera poco, recientemente la Asociación Cubana de la Prensa Cinematográfica (ACPC) lo seleccionó como el mejor largometraje de ficción cubano del año 2012. El filme se denomina “La película de Ana”.

Tengo que confesar que no he visto la película, y que por tanto no estoy en condiciones de emitir juicios sobre la misma. Sin embargo al leer algunas sinopsis que sobre ella emiten algunos de nuestros medios de prensa, nuevamente me vuelvo a sentir descontento con respecto hacia donde dirigen sus esfuerzos nuestros cineastas. Sobre todo me asalta el desconcierto con relación a que, ¿Hasta qué punto nuestra cinematografía está reflejando la vida de todos los seres humanos que habitamos este archipiélago?

El portal digital cultural “Príncipe” de la ciudad de Camagüey refiere que: “Este largometraje de ficción, producido por el Instituto Cubano de Arte e Industrias Cinematográficos (ICAIC), es una comedia sobre una actriz sin mucha suerte profesional, que se ve precisada a disfrazarse de prostituta para cumplir los requisitos de unos documentalistas europeos, consigna una información del Centro Provincial del Cine en el territorio”. 

El director Daniel Díaz Torres declara a otro portal digital, “Cubacine” que: “En primer lugar es una historia que está inspirada en hechos reales, que aborda un tema tan serio como el de la prostitución… que no es sólo un asunto de intercambio sexual pagado; sino que puede abarcar otras esferas de la vida, cuando se hacen cosas en las que no se cree, ni gustan, a cambio de beneficios. Pero todo esto bajo el peculiar prisma de una actriz obligada por las circunstancias a simular, a fingir un personaje que es a la par una máscara que le permite expresar verdades y sentimientos muy auténticos”.

Quizás a estas alturas del post el lector se estará preguntando, cual en definitiva es el motivo de mi descontento, si ni siquiera aún he disfrutado de la cinta. A esa interrogante respondería que estoy cansado; es más, obstinado hasta la médula, de que nuestros cineastas se encuentren entre los que ayudan a crear la imagen de que las cubanas viven en su gran mayoría de la prostitución, y que no haya otro aspecto de la vida de mi Patria, que constituya material de guión para un filme cubano. Desde que comenzó el Período Especial, no hay película cubana en la que no ocupe el eje central de la narración, la emigración y la prostitución. ¿Dónde están las películas dedicadas, por ejemplo, a las mujeres comunistas, algunas de las cuales son dirigentes del Partido Comunista al nivel de provincia y nación?

¿Es que no es posible hacer un filme que narre las vicisitudes de la vida de una de nuestras científicas, artistas, deportistas, patriotas, y de las cubanas humildes de nuestro pueblo, que resisten con la moral y la dignidad más altas que el Turquino, algo tan espantoso como el bloqueo a Cuba sin prostituirse? ¿Por qué no hacer una película sobre alguien como mi madre?

Cuando pienso en la mujer cubana, siempre me viene a la mente la figura de mi vieja. Nació en el monte, en medio de la más espantosa miseria, y cuando mi abuela decidió separase de mi abuelo, y regresar del campo a la ciudad, con sus 5 hijos, tuvo que estudiar, a la par que trabajaba, siendo una niña. Pudo entrar a la Escuela Normal de Maestros en 1958, y graduarse de la misma, cumpliendo la noble misión de la Alfabetización. De ella aprendí el principio de tratar de dar lo mejor de mí, sin esperar otra retribución que no fuese aquella que proviniese de mi trabajo honrado. Se acaba de jubilar como maestra primaria a sus 70 años, porque ya sus rodillas no soportaban el peso de tantos años al frente de sus “malcriados”, como siempre llamó a sus niños. Crió a tres hijos varones, sin hacer nunca una concesión a sus principios de revolucionaria, y militante del Partido Comunista de Cuba.

Mi madre es solo un ejemplo de las tantas mujeres cubanas inolvidables que he conocido. La mitad de los trabajadores de la Universidad donde laboro, son mujeres. De los cuatro Decanatos de la Universidad de Matanzas, tres son ocupados por mujeres, cuyo liderazgo nadie discute, porque con su vida ejemplar, se ganaron el derecho de ocupar tan importante responsabilidad. Mujeres son más de la mitad de los médicos que en estos momentos cumplen misiones internacionalistas en países hermanos. Cuando por razones de trabajo he compartido con esas compañeras fuera de Cuba, ellas se convierten en tus madres, tus hermanas, y las amigas entrañables; siempre prestas a compartir con sus compatriotas las noticias de la casa, el consejo necesario en cualquier circunstancia, la ayuda solidaria y desinteresada, y a veces hasta el plato de comida, para que un cubano como ella, no se vaya a dormir sin haber probado bocado.

¿Cuándo algún cineasta cubano se dignará a realizar la biografía fílmica de Mariana Grajales, Ana Betancourt, Isabel Rubio, Amalia Simoni, Celia Sánchez, Vilma Espín, Haydeé Santamaría, y otras tantas heroínas de la Patria? Yo le comentaba a un amigo hace unos días, que si Yunidis Castillo fuese norteamericana, ya Hollywood hubiese realizado un biopic con su vida. Es duro decirlo, pero nuestros guionistas debieran pensar un poco más en las mujeres que los rodean, para que de esa manera puedan apreciar, que las que no son jineteras también necesitan que sus existencias sean llevadas al celuloide.

Hay en la idea del guión hasta una pizca de colonialismo cultural. ¿Por qué tienen que venir dos realizadores alemanes a Cuba a filmar un documental relacionado con la prostitución? ¿Es que acaso los realizadores del filme real no se preocuparon por conocer que en Alemania las prostitutas se anuncian por la televisión? Esto nadie me lo contó, eso lo viví personalmente. Si lo sabían, ¿Por qué asignarles a dos personajes de la Europa Primermundista, que a través de la “Posición Común”, son cómplices de los yanquis en relación con el bloqueo a Cuba, la facultad de calificar a Cuba, y a las cubanas, en cuestiones relacionadas con el oficio más viejo del mundo?

¿Por qué esos realizadores alemanes del guión de Eduardo del Llano no viajaron a su vecina Holanda, donde las prostitutas se exhiben en vidrieras toda la noche?

Y conste que no se trata de negar la prostitución en Cuba, sino de que si se va a ser justo, ya son demasiadas las cintas en los últimos años donde la protagonista es una cubana prostituta. Los directivos del ICAIC, deberían valorar si vale la pena financiar proyectos, donde la mayor parte del dinero sale del trabajo del pueblo cubano, empezando por el salario de los directores y guionistas, que podrán ganar muchos premios internacionales, pero que como toda obra artística que solo reflejan un solo sector de la población cubana. No se estaría haciendo justicia en estos filmes, con los millones de cubanas que en esta isla viven sin entregar el cuerpo y el alma por el “poderoso caballero”.